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La primera víctima de la guerra es la verdad
Esquilo     

LA GUERRA: CONSECUENCIAS PSICOLÓGICAS (I)

Alvaro Sánchez, 20-4-2020

Aunque parezca haber despuntado para nosotros solo recientemente como tema de rabiosa actualidad, lo cierto es que los conflictos armados, iniciados con palos y piedras, han acompañado a los seres humanos desde sus más remotos orígenes hasta el mismo día de hoy. Y con total certeza se puede afirmar que no ha transcurrido un solo día en la Historia de la humanidad sin víctimas como consecuencia de ellos.

Según el Armed Conflict Survey (2020) elaborado por el International Institute for Strategic Studies, en ese año coexistían 331 conflictos armados localizados en seis regiones del mundo: Medio Oriente-Norte de África; Asia; Asia-Pacífico; Europa-Eurasia; América y África Subsahariana. Guerras brutales aparentemente irresolubles durante décadas, como las de Siria y Yemen, coexisten con conflictos más controlados.

Consecuencias psicológicas de la guerra. Centro de Psicología Aplicada Maribel Gámez
Consecuencias psicológicas de la guerra. Centro de Psicología Aplicada Maribel Gámez

Para muestra, el curioso enfrentamiento pactado sin armas de fuego entre soldados chinos e hindúes en la problemática frontera del Valle de Galwan en junio de 2020, con un saldo de veinte muertos reconocidos por parte hindú y cinco probables, pero sin reconocer, por parte china.

En Europa, el conflicto iniciado por el golpe de estado que derrocó en Ucrania a Víktor Yanukóvich en noviembre de 2013 y que supuso el inicio de la guerra civil y la efectiva partición del país en dos zonas enfrentadas de influencia occidental y rusa respectivamente, se ha elevado hasta el paroxismo por la invasión rusa de la zona prooccidental el 24 de febrero pasado, que ha causado miles de muertos, decenas de miles de heridos en mayor o menor grado y millones de desplazados, además de la devastación económica de la región.

Consecuencias psicológicas de la guerra. Centro de Psicología Aplicada Maribel Gámez

Dejando de lado las consecuencias puramente económicas de los conflictos armados, que se pueden resumir en el agudo empobrecimiento de la inmensa mayoría y el colosal enriquecimiento de la ínfima minoría de los miembros de las sociedades contendientes y  de algunos interesados más, lo que nos preocupa aquí son las consecuencias psicológicas para los primeros y alguna de sus vertientes sociales. De los segundos, francamente, en este sentido no nos preocupamos. Porque no son víctimas, sino verdugos.

Y para analizarlas comenzamos distinguiendo entre tres grupos de víctimas de la guerra: en primer lugar, participantes directos, es decir, combatientes; en segundo lugar, no combatientes, civiles residentes en la zona de conflicto o desplazados de ella; y, en tercer lugar, miembros de sociedades periféricas de la zona de conflicto, que pueden verse afectados sobre todo en la capacidad de entender el mundo en el que viven.

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Todo ello realizando un a modo de transliteración, en sentido amplio, de la Pirámide de Maslow. Partiendo del nivel más básico, a quien está intentando sobrevivir hoy a los tiros en una trinchera le preocupa muy poco estar en una u otra o lo que va a comer mañana. En cambio, a quien tiene que abandonar forzosamente su hogar y desplazarse lejos le preocupa mucho dónde va a dormir esta noche y lo que va a comer mañana. Finalmente, quien observa todo ello desde la relativa tranquilidad de un país vecino por el momento en paz, resulta particularmente vulnerable a la interpretación de esos acontecimientos que recibe a través de los medios de comunicación, ya que no suele tener acceso a otra.

Sin embargo, pocos de ellos, si sobreviven a la contienda, dejarán de estar afectados psicológicamente por los acontecimientos vividos. Unos más y otros menos, en función tanto de la gravedad de esos acontecimientos como de su capacidad mental de resistencia y adaptación a los mismos.

Combatientes: del Síndrome DaCosta al Trastorno por Estrés Postraumático

En 1871, durante la Guerra de Secesión estadounidense, el médico militar Jacob DaCosta observó que los soldados presentaban habitualmente durante el combate o tras éste un significativo cuadro de síntomas, principalmente cardíacos (opresión precordial, palpitaciones, sensación de ahogo…), de naturaleza no orgánica.

Fue denominado Síndrome de DaCosta y, más ampliamente a partir de la Primera Guerra Mundial, Shell-shock o neurosis de guerra, término habitualmente utilizado para denominar los trastornos emocionales y neurológicos causados por la exposición constante al combate, lo que incluía sensaciones de pánico, de necesidad de huir y falta de capacidad para razonar, hablar o dormir, además de alucinaciones y estados depresivos.

Consecuencias psicológicas de la guerra. Centro de Psicología Aplicada Maribel Gámez
Consecuencias psicológicas de la guerra. Centro de Psicología Aplicada Maribel Gámez

No obstante, en ese tiempo con frecuencia todavía se interpretaba por los mandos como una falta de coraje del soldado en lugar de como una enfermedad mental. Incluso los médicos estaban divididos sobre el origen del síndrome, que muchos estimaban físico, causado por el impacto en el cuerpo humano, especialmente en el cerebro, de las ondas explosivas.

Durante la Segunda Guerra Mundial el término Shell-shock se vio desplazado por el de neurosis de guerra o battle fatigue. Este último era un concepto que enlazaba con el Síndrome DaCosta de la Guerra Civil estadounidense, describiendo dolor de pecho crónico, fatiga, falta de aire, palpitaciones del corazón y estrés, distinguiéndose tres clases:

Neurosis de guerra leve, que era la incapacitación más habitual en las unidades de combate; severa, que era una incapacitación breve aunque aguda que se presentaba en los momentos iniciales del combate; y, finalmente, la conocida como síndrome del sargento veterano, que consistía en un acusado desgaste físico y psicológico que tenía lugar tras meses de combate continuado.

Aunque ya estaba claro para la práctica totalidad de los médicos el carácter psicológico de estos cuadros de dolencias, altos mandos del Ejército estadounidense consiguieron introducir el concepto Lack of Moral Fibre (LMF), que fue diagnosticado a miles de militares. Pero mientras que la neurosis de guerra era aceptada como un trastorno psíquico, que aparejaba atención clínica, suspendía el servicio activo y permitía en muchos casos la percepción de una pensión de guerra, al paciente con LMF se le atribuía un temperamento inadecuado lindante cuando no inmerso en la cobardía. 

Consecuencias psicológicas de la guerra. Centro de Psicología Aplicada Maribel Gámez

Y aunque se solía dispensar del servicio al paciente diagnosticado con LMF, no implicaba ningún derecho a compensación económica, lo que dio lugar a situaciones verdaderamente dramáticas para muchos excombatientes, sin posibilidades de acceso a tratamiento psicológico e incluso con dificultades para sobrevivir dignamente.

La guerra de Corea y, sobre todo, la de Vietnam, supusieron tanto cambios radicales en las estrategias militares como en las prácticas médicas a ellas asociadas, lo que incluía un incremento significativo de la presencia de mujeres en la retaguardia de las zonas de combate. Pero más significativo aún fue el notable incremento de equipos médicos, incluso psicólogos, bien dotados de material sanitario y capacidad de evacuación de heridos físicos y mentales.

Consecuencias psicológicas de la guerra. Centro de Psicología Aplicada Maribel Gámez
Consecuencias psicológicas de la guerra. Centro de Psicología Aplicada Maribel Gámez

Desde el inicio de la década de los sesenta un grupo de psiquiatras antibelicistas venía reclamando la adopción de un nuevo concepto de diagnóstico clínico para describir las heridas psicológicas sufridas en la guerra, proponiendo inicialmente utilizar la expresión Vietnam Syndrome, que cristalizaría años después como Trastorno por Estrés Postraumático, PTSD por sus siglas en inglés.

La Asociación Psiquiátrica Americana incluyó el PTSD en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, en su tercera edición (DSM-III), publicada en 1980, cambiando por completo el panorama de los estudios de estrés y trauma en general e influyendo decisivamente en la ampliación al ámbito extrabélico del Trastorno por Estrés Postraumático: accidentes, pérdidas de familiares cercanos por fallecimiento, agresiones de diferentes tipos…

Consecuencias psicológicas de la guerra. Centro de Psicología Aplicada Maribel Gámez

En la actualidad se consideran cuatro grupos de síntomas del PTSD, según la última versión del DSM-V de 2013:

- Reviviscencia (volver a experimentar los síntomas del momento del trauma): algo recuerda el trauma y se siente de nuevo el miedo.

 

- Evasión: intentar evitar situaciones o personas que desencadenan recuerdos del evento traumático.

 

-  Hipervigilancia y reactividad: pueden causar nerviosismo o estar sobreatento a un peligro imaginario.

 

- Síntomas cognitivos y de estado de ánimo, que producen cambios negativos en sentimientos y creencias.

Consecuencias psicológicas de la guerra. Centro de Psicología Aplicada Maribel Gámez
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