En 1800 sufrir cáncer era, en cualquier caso, sinónimo de tener que ir pensando en despedirse de la vida. No se conocía una cura y el estigma social que acompañaba a la enfermedad era enorme, ya que no se tenía claro si se podía contagiar por contacto. La gente temía la enfermedad y el desconocimiento sobre su naturaleza provocaba que las personas se cuidaran de no contagiarse procurando evitar al enfermo. No se sabía, como bien explicaba nuestra amiga Patricia en la primera parte de este artículo, que el cáncer se produce por un crecimiento descontrolado de las células. Y que ese proceso generaba también daño a las sanas.
Además, los problemas psicológicos, que aparecían de manera frecuente en los enfermos, problemas que aunque ahora son bien conocidos y entendidos, en aquella época incrementaban el ostracismo sufrido por el afectado.
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Valiosísimas apreciaciones, gracias
Buen artículo, muy bien explicado, gracias.
La equinoterapia está dando buenos resultados en la recuperación de los problemas de salud mental, que pueden aparecer en procesos como los descritos en el artículo.
⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️
El nivel del blog se supera a sí mismo con series como esta del cáncer. Gracias.