El síndrome de burnout, también conocido como síndrome del trabajador quemado, ha sido incluido recientemente en la clasificación internacional de enfermedades (CIE-11) de la OMS. Se trata de una enfermedad de índole estrictamente laboral y consiste en el padecimiento de un estrés crónico por estar sometido a una intensa presión en el trabajo.
Las psicólogas e investigadoras Maslach y Jackson conceptualizaron en 1982 este trastorno desde una perspectiva tridimensional, cuya sintomatología se manifiesta principalmente por:
· Agotamiento emocional, que se define como cansancio y fatiga que puede manifestarse física y/o psíquicamente incluso desde el comienzo del día. La sensación que se describe es la de no poder dar más de sí mismo a los demás.
· Despersonalización, que se entiende como el desarrollo de sentimientos, actitudes y respuestas negativas, distantes y frías hacia otras personas que pueden ser los miembros del equipo con el que se trabaja y/o las personas destinatarias del trabajo. Hay una gran pérdida de motivación y desaparece el compromiso hacia las actividades y hacia las demás personas.
· Baja realización personal, que consiste en la falta de logro personal en el trabajo y se caracteriza por una dolorosa desilusión para dar sentido a la actividad laboral, con sentimientos de fracaso y baja autoestima.
Como en todas las afecciones mentales, existe un rango variable en cuanto a la gravedad de la sintomatología. En los casos más leves puede limitarse a un bajo rendimiento no coherente con la capacidad de la persona, molestias somáticas o irritabilidad. En el otro extremo, puede provocar un trastorno de ansiedad, depresión, abuso de sustancias e incluso ideas de suicidio.
Bien planteado el artículo, en mi opinión
Estoy con Marina. Yo me dedico al campo, así que poco más tengo que decir.
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