Según Daniel Goleman, autor del libro Inteligencia emocional, sería la capacidad de conocer, entender y gestionar tus propias emociones y las emociones que están teniendo los de tu alrededor. Esta capacidad se rige por dos componentes:
EL PRIMER COMPONENTE: EL AUTOCONOCIMIENTO
Nos referimos a la capacidad de poner etiquetas a las cosas, ponerle palabras. Por ejemplo, como cuando de pequeño te llevaban de visita al zoo y te decían: “Mira, esto es un león, y esto un tigre y lo de allí una jirafa. Esto te llevó a conocer las diferencias que había entre los animales. Otro ejemplo podría ser el de los colores. Si ahora mismo te pidiera que cogieras un bolígrafo azul ¿Podrías diferenciarlo entre los demás bolígrafos de colores y elegir el azul?
Esto ocurre porque te han enseñado a discriminar entre diferentes categorías de la realidad. Pues el autoconocimiento en la inteligencia emocional se refiere a lo mismo, pero poniendo nombres a las emociones.
Hagamos un sencillo ejercicio de introspección. Imaginemos que acabas de tener un debate acalorado con un amigo y te sientes irritado; para poder entender lo que está ocurriendo en ese momento te podrías formular dos preguntas:
- ¿Por qué acontece esto en este momento?
- ¿Por qué noto esta sensación (emoción)?
Prueba ahora a hacerte estas dos preguntas bajo otras situaciones que te produzcan emociones diferentes como, por ejemplo: vergüenza, ira, irritación o incluso felicidad.
EL SEGUNDO COMPONENTE: LA REGULACIÓN EMOCIONAL
Consiste en saber decidir cuáles son las emociones que puedes externalizar, expresar y divulgar y cuáles son esas emociones en las que tienes que mejorar su control y no externalizarlas.
Por ejemplo, ponte en esta situación: ¿alguna vez le has levantado la voz a alguien? Pregúntate a continuación: ¿de qué te sirvió?
Una inteligencia emocional alta sabe qué tipo de frases usar en una situación tensa que reduzcan la carga emocional. Por ejemplo: no es lo mismo decir: “¡Cállate!” que decir: “Guarda silencio”. Ambas, cada una por separado, generan cargas emocionales diferentes.
Si a una personal le dices: “¡Cállate!”, posiblemente harás que esa persona reaccione más a la carga emocional que transmite aquello que dices que al contenido de la información. Y cuando esa persona reciba ese mensaje puede reaccionar también con ese tipo de emoción.
No es lo mismo decirle a alguien en una conversación: "Parece que no me has entendido bien" en contraposición a "Parece que no me he explicado bien". De igual manera, probablemente no generará lo mismo, ante una inesperada ausencia en reunión familiar, esta diferente formulación: "¿Cuál es la razón de que no hayan venido tus hermanos?” en vez de “¿Por qué no han venido tus hermanos?”
Y, por último, no es lo mismo elegir unas palabras en vez de otras ante un desacuerdo con alguien en un tema de debate. "Eso es lo que tú crees" frente a: " Ese es tu punto de vista, yo tengo otro diferente".
Estos ejemplos llevan cargas emocionales diferentes. Cuando se usa una determinada frase se puede estar elicitando ira en el otro. Esto quiere decir que en buena medida las reacciones del entorno tienen que ver con el impacto de cómo se digan las cosas.
NIVELES DE INTELIGENCIA EMOCIONAL
NIVEL 1 – No ser consciente.
Serían personas que dijeran: “¿Yo? ¡No estoy cabreado, es que hablo alto! ¡Es mi manera de estar y ya está! ¿Vale?” "¡Déjame en paz, que lo único que sabes es malmeter!”
NIVEL 2 – Ser consciente de esas emociones a posteriori
Por ejemplo: si alguien se enfada con otra persona, mete la pata al externalizarlo de manera explosiva, luego se arrepiente y pide perdón.
NIVEL 3 – Ser capaz de regular y gestionar las emociones a medida que se van produciendo.
Por ejemplo: conduciendo de camino al trabajo, preocupado por no llegar a tiempo a una reunión importante, ser consciente de cómo está tu respiración, de cómo va tu corazón, de ver que estás en medio del tráfico, que no vas a llegar pronto. Entonces, al darte cuenta de toda esa realidad decidir respirar y decir: "Bueno, ya no puedo hacer más por cambiar esta situación, tengo que aceptar la situación que estoy viviendo y gestionar que llegare tarde a la reunión de todas formas."
Aristóteles, en su Ética a Nicómaco, dijo "… no es fácil definir el de qué manera y con quiénes y en qué cosas y cuánto tiempo hay que irritarse y hasta qué punto lo hace uno rectamente o yerra." (1)
Eso, queridos lectores, es Inteligencia emocional. Para terminar, os pongo un último ejemplo de autorreflexión, sobre esto último que comentamos de Aristóteles: ¿Alguna vez le has gritado a alguien por teléfono? ¿A una teleoperadora tal vez? Y si no lo has hecho, ¿se te pasó por la cabeza hacerlo? ¿Qué es lo que te llevo a no hacerlo? Formulémonos estas sencillas preguntas:
- ¿Era con esa persona con la que tenías que externalizar tu ira? ¿Te estas enfadado de la manera correcta?
- ¿Era esa la forma o el momento de hacerlo? ¿Estabas expresándolo de la manera correcta y en el momento correcto?
- ¿Era la intensidad correcta?
Hay que buscar y reflexionar para así poder conocer y avanzar.
(1) Aristóteles. Ética a Nicómaco, pág. 144. Alianza Editorial, 2001. Traducción de José Luis Calvo Martínez
🌈
Gracias por el artículo, es muy interesante, diría incluso que necesario. A lo mejor es posible que en el futuro se pueda hablar en el blog de otros tipos de inteligencia, como la creativa o la colaborativa, en las que estoy muy interesada. Saludos
Fascinante.
🌝
No sabía que había tantas inteligencias...