Todos en algún momento de nuestra vida hemos podido pensar en cambiar, mejorar o dar una vuelta a cómo nos gustaría ser. O cómo querríamos cambiar la manera en la que nos comportamos. Pero también con frecuencia seguro que has oído frases del tipo: “Yo soy así”, “Ya no voy a cambiar”, “Es mi personalidad”, etc. Por lo que quizá una primera reflexión que debemos hacernos, antes de continuar leyendo este artículo, es si creemos o no que podemos realmente llegar a modificar nuestra personalidad.
Tal y como decíamos en el artículo anterior, correspondiente a la primera parte de este tema, la personalidad, por definición, es algo que se mantiene en el tiempo; es decir, que tiende a ser estable y constante.
En concreto, es el conjunto de disposiciones psicológicas que nos orientan y predisponen hacia ciertas dinámicas conductuales, y se basa en un componente genético (temperamento) y otro aprendido, que nace de la experiencia y de la observación.
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Enhorabuena por esta segunda entrada sobre la personalidad, tan interesante o más incluso que la primera. Esperamos con expectación la tercera, sobre la personalidad patológica.
Gran artículo
Una pregunta: ¿se podrían considerar adictos a las endorfinas los practicantes de deportes de forma intensiva? ¿Sería, entonces, un rasgo de su personalidad que podría llegar a ser pat0lógico? Gracias...