LA PERSONALIDAD
I - ALGUNAS DEFINICIONES
Laura Navarro, 22-2-2023
La variedad de personalidades individuales es la mayor fortuna del mundo.
Julian Huxley
Hoy en día todo el mundo conoce y utiliza sin problema el término personalidad, pero, ¿sabemos lo que este concepto significa realmente? El presente trabajo se estructura en dos partes para diferenciar lo que son definiciones y contexto teórico de lo que es intervención práctica clínica sobre la misma para su transformación.
La palabra personalidad tiene su origen en el vocablo latino “persona”, a su vez derivado del etrusco “phersu”, que designaba a la máscara que portaba cada uno de los actores que intervenían en el teatro clásico. Para facilitar el reconocimiento por el público del papel representado por los personajes, cada máscara representaba un tipo de carácter, por lo que en cuanto el actor salía a escena los espectadores ya se hacía una idea de sus posibilidades dramáticas o cómicas, de su edad, condición…
Según una de las definiciones más completas, según nos indica en 1985 Bermúdez, la personalidad es la organización relativamente estable de características estructurales y funcionales, innatas y adquiridas bajo las especiales condiciones de su desarrollo, que conforman el equipo peculiar y definitorio de la conducta con la que cada individuo afronta las distintas situaciones.
De esta definición podemos entender que la personalidad está compuesta, por un lado, de características estructurales biológicas y psicológicas, más estables, que conforman la respuesta continuada y consistente del individuo ante las diversas situaciones. Y por otro, de características funcionales, más variables, determinadas por las influencias personales, sociales y culturales experimentadas por cada individuo.
Por otro lado, también nos dice que son innatas (esto es, que están dentro del código genético y están presentes en el momento del nacimiento); pero también adquiridas (en cuanto a las experiencias que cada persona experimenta a lo largo de su vida) y que conforman algo peculiar (en el sentido de único) y definitorio de la conducta (que la condiciona y la causa).
Hoy día, podemos encontrar consenso en algunas características comunes de la personalidad:
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Es un constructo hipotético inferido de las conductas que podemos observar.
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Incluye elementos relativamente estables y consistentes a lo largo del tiempo y las situaciones, llegando a explicar los estilos de respuesta de cada persona.
Para su estudio, desde la psicología de la personalidad se han propuesto tres modelos:
1.- Modelos internalistas: Establecen que la conducta está determinada básicamente por variables personales que llegan a poder constituir un predictor básico de dicha conducta. Para este modelo lo importante por tanto es conocer y estudiar los rasgos individuales.
2.- Modelos situacionistas: Consideran que las causas de la conducta son externas al individuo y ponen el énfasis en factores externos y ajenos al control de la persona, viendo que la conducta es importante en sí misma y es producto del aprendizaje. Se basa por tanto en el supuesto de que toda conducta es aprendida.
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Contiene elementos como cogniciones, motivaciones, estados afectivos, etc, que llegan a poder influir en la conducta.
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Es algo distintivo y propio de cada individuo.
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Es fruto tanto de los elementos más estables (ya sean psicológicos o biológicos) como de los aspectos más determinados por las influencias, sociales o culturales.
Pero… ¿para qué sirve la personalidad? Más allá de encuadrarnos como personas únicas que somos y de ayudarnos a construir nuestra propia identidad, la personalidad es la que nos permite adaptarnos de forma exitosa al entorno.
Es decir, posee ciertas características adaptativas y puede determinar nuestra manera de comportarnos.
Dentro del estudio de la personalidad se reconoce ampliamente el modelo de los BIG FIVE (Cinco grandes), desarrollado por Costa y McRae. En su estudio se tuvo en cuenta las descripciones de la personalidad que realizaban unas personas sobre otras. Utilizando modelos estadísticos factoriales, llegan a la conclusión de que la personalidad se compone de cinco importantes agrupaciones de rasgos.
Como hemos comentado anteriormente, los rasgos, serían las características más o menos estables y consistentes en el tiempo conforman el equipo peculiar y definitorio de la conducta.
Tras el estudio de los BIG FIVE se llegó al acuerdo de que la personalidad podría categorizarse en 5 grandes dimensiones o factores universales de la personalidad.
Lo que va a influir a la hora de predecir la conducta van a ser las variables situacionales. En este modelo, a diferencia del anterior no importan los rasgos y cualidades de una persona, el mayor peso y fuerza lo tiene la situación.
3.- Modelos interaccionistas: Determinan que la conducta es el resultado de la interacción de variables situacionales y personales. Desde el enfoque interaccionista la persona es un sujeto activo que observa y construye su mundo a través de su propia percepción y formas de actuar.
Con este tercer modelo, se supera el excesivo reduccionismo y las carencias inherentes de los dos modelos anteriores, ya que los intenta aunar y mejorar sus limitaciones en una síntesis superadora.
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Responsabilidad: Esta dimensión, indicaría el grado en el que está la persona centrada en sus objetivos, así como lo disciplinado que se muestra para conseguir dichos fines. Si se puntúa alto, tendríamos a personas organizadas, con capacidad de concentración, que terminan sus tareas en los plazos establecidos y que piensan antes de tomar una decisión, sin perder la perspectiva a medio y largo plazo.
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Extraversión: Define el nivel en que la persona se muestra abierta con los demás y utiliza su energía en los contextos sociales en los que se desenvuelve. Determina el grado en que a la persona le gusta estar con otras personas, hablar y expresarse delante de ellas, etc. En el polo opuesto, podríamos encontrar la introversión, que serían aquellas personas más reservadas, independientes, que suelen
La información que proporcionan estas dimensiones de la personalidad, aunque son útiles para conocer a la persona en la fase de evaluación, debe completarse con lo que también se recoge en la entrevista.
Cada persona es única y para poder cambiar aquella parte de la personalidad que le daña hay que conocer bien las tendencias de cada persona valiéndose de diferentes fuentes e instrumentos.
Cómo modificar la personalidad será el objeto de la segunda parte del artículo, que se publicará en la web del Centro dentro de dos semanas. No os lo perdáis.
Mientras tanto, os animamos a comentarlo en el Blog.
Estas dimensiones pueden ser medidas y evaluadas a través de un test de personalidad, el inventario de personalidad NEO-PIR:
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Apertura a la experiencia: Cuando se puntúa alto en esta dimensión, nos referimos a personas que tienden a buscar nuevas experiencias personales y conciben de manera creativa su futuro. Tienen relación fluida con su imaginación, aprecian el arte y la estética, siendo consecuentes con sus emociones y con las de las personas que los rodean. Tienden a romper la rutina, y muestran alta curiosidad intelectual. Su opuesto podrían ser las personas cerradas a la experiencia o al cambio, las cuales, tendrían intereses más convencionales, preferirían lo sencillo, la familiaridad a lo novedoso, y serían moderados y más apegados en cuanto a la tradición.
preferir la rutina, son más propensas a la reflexión y menos orientadas hacia la acción.
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Amabilidad: Evalúa el grado en que la persona se muestra tolerante, respetuosa, tranquila, etc, son aquellas personas que confían en la honestidad, con marcada tendencia prosocial, suelen mostrarse sencilla y humildes, muy empáticas hacía emociones y sentimientos ajenos.
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Neuroticismo: Mide la estabilidad emocional, en cuanto al grado en que la persona, afronta sin problema, las dificultades de la vida, si puntúan alto pueden tener dificultades para gestionar las crisis personales y mostrarse tranquilas. Pueden tener problemas para gestionar emociones, y experimentar cambios de humor bruscos, su opuesto sería la estabilidad.
