NUEVOS MODELOS DE COMPORTAMIENTO (II)
MODELOS DE CONDUCTA Y MEDIOS AUDIOVISUALES
Maribel Gámez, 1-7-2023
Fíjate bien la próxima vez que mantengas una conversación larga con alguien. Es posible que imites, sin darte cuenta, alguno de sus comportamientos. Si se toca el pelo, quizá lo hagas tú también, si cambia de postura probablemente te encuentres adoptando la misma que tu amigo. Imitamos a los demás como forma de cohesión social. Es el llamado efecto “camaleón” [1] cuyo nombre hace referencia al animal más capaz de mimetizarse con el entorno. Se describe como la imitación de la postura, el tono de voz, los gestos y otros aspectos que vemos en los demás con el fin de fortalecer el vínculo entre dos personas.
El vínculo con los demás lo es todo, es lo que nos hace sobrevivir al inicio de nuestra historia vital, así que venimos equipados para fomentarlo. Nuestra biología nos hace actuar muy pronto con este objetivo.
La etimología de la palabra vicario es muy precisa, explica muy bien a que se refiere: significa literalmente suplente, “el que hace las veces de otro”.
Observando y asimilando lo que hacen los demás nos evitamos los problemas que acarrearía solo aprender a través del, a veces peligroso, ensayo y el error. Si quieres que tu hijo coja el gusto por la lectura, lee en su presencia. Si no quieres que fume, mejor evita hacerlo delante de él. Si estás nervioso y vas a la nevera a comer algo como un hábito para calmarte, cuidado con que tu hijo esté mirando.
Y es que no solo replicamos aquello que vemos, sino que aprendemos a ponerlo en marcha en relación con un contexto y circunstancias determinados y no en otros.
¿No sabes cómo hacer amigos? Multitud de expertos te dicen qué pasos dar para lograrlo. Sólo tienes que elegir uno. Buscamos en Internet a otros seres humanos que nos muestren, a través de su ejemplo o su palabra, cómo actuar para conseguir lo que queremos.
Todas y cada una de las personas a las que podemos ver en los millones de vídeos que Internet ofrece son modelos. Y nunca hemos tenido tantos con solo pulsar un botón. Antes eran la familia y los amigos los únicos que hacían de ejemplo, pero eso ya acabó. Somos capaces de ver lo que hace el resto del mundo en cualquier situación imaginable. Esto significa que no todo lo que podemos encontrar en los medios audio visuales es de naturaleza tan inocente como hacer un bizcocho o tocar la guitarra.
El estudio sobre la imitación de modelos agresivos tiene un punto de inflexión en EEUU que es el periodo de ocurrencia de las matanzas ocasionadas en los años noventa por jóvenes contra jóvenes en las escuelas. Pero mucho antes, en la década de los sesenta del siglo pasado ya se estaba investigando la relación entre exposición a contenidos violentos en televisión y aumento de los actos violentos que también podría servir para cualquier medio donde entre en juego audio y vídeo.
Un estudio de 2003, que realiza una revisión sobre las investigaciones acerca de este tema en los últimos sesenta años nos puede ayudar a entender esta relación. [4] El primero que realiza experimentos acerca de la violencia en el medio audiovisual es el citado Bandura.
Tan temprano que los niños muy pequeños, de apenas 12 días de vida, imitan gestos y expresiones faciales de los adultos para coligarse a ellos cuando aún a la comunicación mediante palabras le queda mucho tiempo por aparecer.
A medida que crecemos seremos capaces, no sólo simplemente de imitar sin más lo que el otro hace, sino de aprender, a través de la contemplación de las maneras de comportarse los demás, comportamientos complejos como, por ejemplo, cómo actuar cuando nos encontramos con alguien que está triste. Sabemos que no solo asimilamos comportamientos a través de nuestra propia experiencia gracias a Albert Bandura [2], psicólogo canadiense recientemente fallecido, en 2021, que desarrolla la teoría del aprendizaje social, también llamado aprendizaje vicario o por modelado.
En definitiva, los demás nos sirven como modelos de comportamiento. ¿Qué significa esto en la era digital en la que vivimos, rodeados de todo tipo de pantallas? Implica la exposición constante a patrones de cómo vivir. Un dato nos ayudara a entender el impacto: más de 5 billones de videos son buscados y vistos al día en Internet. [3]
Esa es la gigantesca cifra que maneja solo una de las plataformas de vídeo más famosas: YouTube. Alberto busca en este medio a alguien que le indique cómo empezar sus primeros pasos a la hora de tocar la guitarra. María está más interesada en cocinar bizcochos sabrosos sin utilizar azúcar y se lanza a investigar, esta vez en Tik Tok, otra de las grandes plataformas de vídeo. Pero los modelos sobre qué hacer abarcan todo tipo de situaciones.
Como decía Blanca de la Torre en su ‘¿Héroes o villanos?’, la anterior entrega de esta serie, está ocurriendo un cambio en los modelos de personalidad que elegimos idolatrar. Parece que ya no nos atraen tanto los héroes que vemos en las series o películas como nos seducen los villanos. Esos personajes que han cometido delitos, que han incurrido en malos comportamientos, son ensalzados como modelos a imitar. Esta tendencia destapa un debate que viene de lejos: el peligro de adquirir comportamientos socialmente perjudiciales a través de modelos audiovisuales. ¿La agresividad que vemos vuelve a las personas más agresivas? Ahora que estamos más expuestos que nunca a la imagen, ¿sabemos cómo influye la violencia en el comportamiento? ¿Ser fan de los villanos y sus fechorías puede convertirse en un peligro social por el deseo de imitarlos en la vida real?
Sometió a un grupo de niños a observar en una grabación cómo unos adultos trataban a un muñeco bobo (punching ball) mediante insultos y agresiones físicas. Un segundo grupo no visionó ninguna imagen, era el grupo control, aquel con el que comparar los niveles de agresión mostradas tras el experimento. El primer grupo se mostró significativamente más agresivo que el segundo, golpeando y maltratando al muñeco cuando tuvieron la ocasión de estar en presencia de uno de similares características, justo tras ver la grabación. Aunque conviene señalar que, si bien es cierto, ese efecto no duró mucho.
Tras el experimento parecía confirmarse que había una ligazón entre estar expuesto a modelos audiovisuales de violencia y comportarse de manera más violenta.
Estudios longitudinales (estudios que miden la agresividad a lo largo del tiempo) ven una influencia clara del consumo masivo de televisión en la infancia y conductas violentas en la primera adultez lo que nos lleva a dos posibles hipótesis: ¿las personas son más violentas porque ven material violento que acaban influyendo en su comportamiento o, por el contrario, lo son inicialmente y, por eso, buscan películas o series donde aparece esta violencia?
Los estudios a través del tiempo lo dejan claro: poseer una personalidad violenta no lleva a estas personas a buscar contemplar contenidos violentos; sin embargo, ver contenidos agresivos en televisión sí aumenta la probabilidad de serlo en la realidad. La agresividad en los medios de comunicación afecta a aquel que la ve de manera constante.
¿Estas conclusiones sirven por igual para explicar el comportamiento de chicos y chicas? Los estudios dicen que esta influencia ayuda a comprender la conducta agresiva de los chicos pero no de las chicas. Esto posiblemente es debido a que las mujeres son agresivas de diferente modo en comparación con los chicos, con métodos menos físicos y más pasivos y estas formas de agresión aparecen menos en la televisión o en las redes sociales.
Otras dos conclusiones más son reflejadas en este estudio y son dignas de mención. La primera es que se ha visto que los niños y adolescentes que han sido grandes consumidores de televisión poseen una percepción sobre el mundo diferente a aquellos que no lo han sido. Ven como un lugar más hostil el mundo en el que viven.
Parece que lo que han visto en la televisión les ayuda a construir una narrativa acerca de cómo de seguro o violento es el mundo. Y la segunda conclusión es que la violencia puede entenderse si hay una justificación moral para ello, tal y como se les ha presentado en los medios audiovisuales a los que han estado expuestos.
Pero no toda la investigación se centra en el asunto de si la violencia se copia o no. También las conductas prosociales mediante estos medios han sido estudiadas. Estas conductas que promueven las buenas habilidades de relación social y la convivencia, también influyen en el comportamiento si la persona está expuesta modelos en la televisión. Por lo tanto, la exposición a modelos antisociales y prosociales pueden condicionar el comportamiento.
A pesar de que hay una robusta evidencia de la relación entre violencia en los medios y aumento de las conductas violentas, nadie en la comunidad científica se atrevería a afirmar que ver violencia es causa única de la violencia en la vida real. Influyen muchos factores que provocan su ocurrencia como la exposición a modelos violentos en el hogar, la pobreza, el consumo de drogas o algunos factores de personalidad.
¿Es entonces esta tendencia a celebrar el comportamiento de los villanos algo que no debe preocuparnos? Quizá no sea determinante, ya que tienen que concurrir más factores para que se generalice al día a día. Pero lo que sí señala es un cambio de valores, de ideales. ¿Son los villanos los nuevos héroes? ¿Qué significa a nivel social este fenómeno? ¿Qué tipo de narrativas se están construyendo sobre lo que es deseable ser?
La sociedad está cambiando y con ella los conceptos de bien y mal. ¿Sabremos los psicólogos acercar a la gente a la verdad, sea cual sea, a través de un actitud crítica y racional hacia aquello que le rodea? La próxima entrega de esta serie de artículos aborda este cambio de valores y modelos desde una perspectiva más amplia y necesaria.
BIBLIOGRAFÍA
[2] Bandura, A. (1973). Aggression: A social learning analysis. Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall.
[3] Estadísticas sobre vídeos de YouTube vistos diariamente.