TRASTORNOS DEL SUEÑO
PARASOMNIAS I: PESADILLLAS Y TERRORES NOCTURNOS
Maribel Gámez, 18-11-2023
Este es el tercero de la serie de cuatro artículos que aborda el tema de los trastornos del sueño y sus consecuencias psicológicas. Los dos primeros tratan las disomnias, esto es, los problemas que afectan a la calidad y frecuencia del sueño. Los dos últimos se referirán a las parasomnias, como se denomina a los comportamientos extraños durante el sueño.
Las pesadillas
Veo que la Luna ocupa prácticamente la totalidad del cielo, tanto lo llena que apenas hay espacio para ver nada más. Es de noche, eso lo sé con seguridad; sin embargo, las estrellas no se sitúan en el firmamento acompañando a la Luna, sino que están posadas en el suelo, a mis pies. Si quisiera podría darles una patada. Me da miedo hacerlo por si las rompo, ya que pienso que es antinatural provocarles daño.
No sé dónde estoy ni qué hago ahí y eso me asusta. Por el rabillo del ojo noto que algo se mueve cerca de la Luna, pasa volando detrás de ella y rompe el absoluto silencio que reinaba hasta ahora, con un silbido rápido. No puedo seguir aquello con la mirada. Ahora está detrás de mí. Soy incapaz de girarme e intentar verlo por mucho que
Lo que acabas de leer es un sueño y tiene más de 30 años. Quien lo soñó aún siente un escalofrío al recordar aquella cara quemada y sonriente mirándole. Y es que los sueños, en este caso las pesadillas, son capaces de activar el sistema de estrés del cuerpo por su contenido desagradable. Hacen que nos asustemos y que intentemos huir o luchar de aquello que nos atemoriza, aunque no esté ocurriendo de verdad. Parecen tan reales que son capaces de dejar una sensación de miedo o angustia que dura horas. Muchas de ellas son como fragmentos de una historia, parecidas a las que se ven en el cine o la televisión.
Esto es así gracias a que ocurren en la fase del sueño REM donde existe una gran actividad cerebral. Pero no todo el cerebro se pone en marcha en esa fase.
claro que sí lo son, ya que bajo ellas subyace la existencia de un trastorno muy conocido como es el llamado estrés postraumático.
En este trastorno las pesadillas son frecuentes y están relacionadas con lo que las provocó: experiencias en las que se ha puesto en peligro la propia vida o la vida de seres queridos. Un accidente de coche con graves consecuencias, vivir en un país en guerra o presenciar maltrato físico intenso y de forma prolongada puede provocar pesadillas.
Se ha demostrado que el estrés, la ansiedad o una falta de rutina estable en el sueño también provocan su aparición, aunque de manera menos intensa y frecuente que en el trastorno por estrés postraumático.
Los niños, que son la población que sufre casi exclusivamente esta alteración llamada terrores nocturnos, no temen este problema porque no pueden dar cuenta de ello cuando despiertan. Presentan una amnesia total del episodio que experimentaron durante la noche, no recuerdan absolutamente nada para asombro de sus padres, que lo han vivido aterrorizados, por lo menos la primera vez. Al contrario que las pesadillas, quien lo sufre es incapaz de explicar si estaba soñando y, si ese era el caso, qué aparecía en su sueño.
A diferencia de las pesadillas que aparecen en el sueño REM, los terrores ocurren durante las fases 3 y 4 del primer ciclo de sueño lento. Más o menos a las dos horas de comenzar a dormir, cuando el resto de la familia también está descansando. Un grito intenso y profundo da comienzo al terror nocturno y, con él, una
realice una buena evaluación del caso. Será él el que descarte la posibilidad de que las pesadillas sean un síntoma dentro de un trastorno, el de estrés postraumático como decía antes, que también se manifiesta con conductas de evitación a lugares y personas y síntomas de alerta constante, entre otros. Las situaciones en las que se viven o se presencian situaciones de peligro para uno mismo o para los demás pueden desencadenarlas, estando las pesadillas normalmente relacionadas con esos sucesos.
Si las pesadillas tienen su desencadenante en algún episodio de este tipo, el tratamiento irá focalizado a paliar las consecuencias a nivel psicológico que se han desencadenado, entre ellas, rebajar el nivel de estrés o ansiedad. El objetivo es la recuperación de una vida lo más parecida posible a lo que era
lo pretenda. Me acabo de dar cuenta: soy una estatua, una estatua que piensa.
He pasado en unos segundos de estar asustada a estar aterrorizada. Ahora eso que he visto volar en el firmamento y que se escondía detrás de mí, aparece de repente delante de mis ojos y me mira fijamente, a apenas unos centímetros. Es la mujer más fea que he visto jamás. Tiene profundas marcas de quemaduras en el rostro que también le cubren la cabeza arrasada por el fuego. Está sonriendo de una manera muy extraña. Entonces tiende la mano para darme algo.
Noto que mi corazón se va a salir del pecho, quiero gritar y no puedo y, en seguida, todo se desvanece. Y ya no recuerdo nada más...
La corteza prefrontal, donde reside la planificación, el razonamiento lógico y las funciones mentales superiores, está suspendida, un hecho que podría explicar por qué los sueños (y las pesadillas) se resisten a ser lógicos o a tener sentido.
Experimentar pesadillas es frecuente en la niñez, entre los 3 y los 6 años, y también al final de la adolescencia. A medida que uno se hace adulto desaparecen o cuando lo hacen es de manera muy esporádica. Se sabe que las pesadillas aumentan con un elevado estrés y son más frecuentes en personas con tendencia a la ansiedad o con el miedo muy presente en sus vidas.
¿Cómo saber si las pesadillas son un problema? A veces está
Los terrores nocturnos
Junto con las pesadillas, hay otro problema del sueño que también provoca miedo o angustia, aunque curiosamente en este caso no a quién lo sufre directamente, sino solo a los padres que viven con niños que lo padecen. Así suelen contar lo que experimentan algunos padres por las noches:
Me despertaron sus gritos más o menos a las 2 horas de irse a dormir. Cuando llegué a su cuarto estaba sentado en la cama, con los ojos cerrados, empapado en sudor. Gritaba de una manera espantosa, y movía las manos como si fuera a defenderse de algo. Le hablaba para tranquilizarle pero no me escuchaba, no reaccionaba. Me asuste y fui a tocarle, en ese momento todo fue a peor, se alteró más. No sabía qué hacer.
familia se aterroriza y se desvela cuando eso ocurre.
Los problemas de sueño se convierten en problemas familiares cuando ocurren en la infancia debido a la necesidad del niño de que un adulto les atienda y les ayude a reconducir el sueño. Parece que hay una carga genética importante en este trastorno. Padres con pesadillas o terrores nocturnos en la infancia es más frecuente que tengan hijos que también las padecen.
¿Cuándo acudir a un profesional?
En el caso de las pesadillas, si durante un tiempo prolongado, aproximadamente un mes, las pesadillas son frecuentes y muy desagradables, hay que acudir a un psicólogo que
antes de esa experiencia traumática.
Por otro lado, buenos hábitos de higiene del sueño como levantarse o acostarse más o menos a la misma hora, evitar cenas copiosas o tener un ritual repetido de descanso antes de dormir, facilitan un sueño tranquilo. Las pesadillas están asociadas con la activación del sistema de estrés, así que es fundamental que la persona tenga herramientas para relajarse antes de acostarse y así poder evitarlas.
Aunque aparentemente parezcan mundos totalmente separados, lo que ocurre por el día y lo que soñamos por la noche está conectado. De tal forma que un psicólogo puede ayudar a los niños y adultos con pesadillas recurrentes a enfrentarse a aquello que sueñan y temen durante el día, cuando están despiertos. Incluso a modificar el transcurso
para salir victoriosos de la situación temida, durante el sueño.
La técnica para lograrlo se llama desensibilización y tiene como objetivo justo ese, que las personas cuando sueñen dejen de tener miedo y se desensibilicen a las pesadillas. Los disfraces de superhéroes son especialmente efectivos en el caso de las pesadillas que tienen los niños. Escenificar resultados diferentes, donde se sientan poderosos y venzan el miedo, les puede ayudar mucho. Gracias a esta técnica se va relacionando la pesadilla con otras emociones y otras estrategias de afrontamiento que pueden ir apareciendo poco a poco en el sueño.
Nada de estas técnicas hace falta en los terrores nocturnos. Es normal, como padres, no saber actuar ante este trastorno ni
conocer su existencia. Lo primero y más importante es saber que duran unos pocos minutos. Y, también, que al día siguiente no va a recordar nada, así que la intervención se centra en el momento en que ocurre el terror, no el día después. Antes de irse a acostar hay que asegurarse de que el pequeño no puede golpearse con nada durante el episodio. Cuando comience a gritar o a mover violentamente los brazos, tocarle no es una buena idea ya que al no reconocer dónde está ni quien le toca puede asustarse más y, por lo tanto, volverse más agresivo.
Si el terror nocturno dura más de 30 minutos y va acompañado de otros síntomas como rigidez o babeo, la visita al médico es obligada para descartar problemas físicos.
Los trastornos del sueño, como pueden serlo las pesadillas y los terrores nocturnos, afectan a toda la familia; especialmente en el caso de los niños, que son los que más lo sufren. Cuando antes se sepa cómo actuar ante ellos el buen sueño de todos estará asegurado y, por lo tanto, se evitaran los problemas que durante el día generan estas parasomnias.
Ven a vernos si estás en una de estas situaciones, en la confianza de que podemos ayudarte.
BIBLIOGRAFÍA
Ramón Ugarte Líbano, moderador: Seminario de parasomnias. Introducción (2009)
J. L. Velayos y otros: Bases anatómicas del sueño (2007)