Ya era conocida la influencia negativa que los trastornos mentales tienen sobre las enfermedades somáticas. Por ejemplo, la existente entre los trastornos depresivos y la mortalidad por cualquier causa en pacientes con insuficiencia cardiaca. O la existente entre el trastorno por consumo de alcohol y la cirrosis hepática descompensada en pacientes con hepatitis C.
Pero ahora una exhaustiva metarrevisión (también conocida como análisis paraguas) de la literatura relevante al efecto de más de 20.000 artículos procedentes de PubMed, PsycINFO, Embase y Joanna Briggs Institute Database of Systematic Reviews and Implementation Reports, viene a plantear por vez primera de manera cuantificada la capacidad preventiva asociada a esas influencias negativas, posibilitando priorizar adecuadamente los enfoques preventivos para las enfermedades físicas a través de una mejor detección y gestión de los trastornos mentales, especialmente por consumo de alcohol, depresión y esquizofrenia.
El estudio, publicado el pasado 14 de enero en la revista 'World Psychiatry', está liderado por investigadores del King's College de Londres y en el mismo ha tenido una destacada participación el doctor Joaquim Raduà Castaño, psiquiatra del Hospital Clínico de Barcelona y jefe del grupo de investigación del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer.
Los investigadores consideran que los enfoques preventivos propuestos en el estudio son especialmente relevantes para los jóvenes, dada la temprana edad de aparición de la mayoría de los trastornos mentales. En la actualidad, las iniciativas de prevención dirigidas a los jóvenes se centran en las enfermedades físicas, como el cáncer y la obesidad. Sin embargo, prevenir la aparición de trastornos mentales puede convertirse en una buena estrategia para reducir al mismo tiempo el riesgo de desarrollar enfermedades físicas. Y, sobre todo en entornos de recursos limitados, piensan que puede ser especialmente rentable la integración de la detección precoz y la prevención de las enfermedades mentales y físicas.
Esta estrategia requeriría servicios clínicos innovadores integrados o, al menos, ubicados en el mismo lugar para las afecciones mentales y físicas emergentes, superando la limitada capacidad preventiva de los servicios sanitarios actuales. Sin duda es por ello que, de hecho, en todo el mundo se están desarrollando y probando servicios de atención sanitaria mental y física adaptados a los jóvenes buscando lograr la tan necesaria fertilización interdisciplinar de conocimientos especializados, esencial para reducir la dicotomía cartesiana entre el conocimiento, la educación y la investigación mentales y físicos.
El estudio completo puede leerse aquí: ‘Impact of mental disorders on clinical outcomes of physical diseases: an umbrella review assessing population attributable fraction and generalized impact fraction’.