La adopción se remonta casi al origen de la humanidad. Se tiene constancia de que existía ya en Mesopotamia y desde aquella época se ha mantenido a lo largo de la historia hasta llegar hasta nuestros días. Desde los tiempos antiguos existen adoptados como Moisés o Edipo cuya historia es bastante conocida.
Todos los adoptados tienen algo en común, que es la pérdida de la familia biológica debido a un contratiempo anterior a la adopción. A veces la circunstancia adversa se da en el momento del nacimiento o en otros momentos antes de llegar a la edad adulta.
La pérdida no es que la familia biológica desaparezca, sino que tiene más que ver con la raíz etimológica de la palabra. Se refiere a dejar algo, no obtenerlo. Por diversas circunstancias, y cada uno tiene las suyas, el niño es apartado de su familia de origen.
En España se admite la adopción abierta y para ello es necesario que los padres dejen constancia en el informe de idoneidad de que la aceptarían. Con la adopción abierta se permite, si las circunstancias lo aconsejan, que el niño siga relacionándose con su familia biológica.
Otra característica común en los adoptados es que, en algunos casos, los rasgos físicos de las personas son diferentes, sobre todo cuando la adopción es internacional.
Por otra parte, otra particularidad es que muchas personas adoptadas sienten una necesidad de conocer sus orígenes en algún momento de su vida, que puede ser desde el principio de la adopción, en la adolescencia o más tarde, cuando les sucede un acontecimiento vital relevante en su vida.
Además, los padres adoptivos de las familias en las que van a vivir los niños han superado un proceso de idoneidad que certifica que reúnen las cualidades para adoptar. Estos padres son evaluados por psicólogos y trabajadores sociales, que son los que acreditan que son válidos para la adopción.
Aparte de la pérdida en los momentos iniciales de la vida, en algunos casos los rasgos físicos diferentes, en muchos casos la necesidad de conocer los orígenes y la certificación de que sus padres son idóneos para la adopción, los adoptados no tienen por qué tener unos rasgos de personalidad comunes a todos; ni tampoco problemas sólo por el hecho de ser adoptados.
Es cierto que sí que existen trastornos y ciertas patologías muchas veces relacionadas con las circunstancias previas que estos niños han vivido. En algunos casos, dependiendo de la edad del niño, el inicio de la convivencia suele ser complicado porque tienen que conocerse y adaptarse a las nuevas circunstancias.
Además, cuando el niño viene de un país diferente tiene que aprender las nuevas costumbres, integrarse en la familia, en el colegio, con sus iguales y adquirir los conocimientos necesarios que le permitan alcanzar los objetivos académicos de un curso más o menos similar a su edad.
No obstante, también se encuentran padres muy preparados y con muchas herramientas para hacer frente a estos problemas. Esto no significa que los padres no necesiten en algunos casos pedir ayuda. De hecho, la piden en muchas ocasiones y por ello es mucho más probable que superen las circunstancias adversas.
A veces se dan adopciones fallidas que, según las investigaciones, tienen que ver con las características de los padres, de los niños y de las intervenciones profesionales que se hacen.
Aunque las adversidades existan, si la adopción ha persistido desde el principio de la humanidad, quizás es porque se trata de una buena medida de protección.