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  • Foto del escritorMaribel Gámez

TRATAMIENTO DE LA DEPRESIÓN SEVERA CON ESTIMULACIÓN CEREBRAL ESPECÍFICA


Presentamos hoy la traducción de un artículo de Robin Marks sobre un exitoso tratamiento experimental contra la depresión severa y prolongada mediante estimulación cerebral profunda realizado recientemente por un equipo del Centro Médico de la Universidad de California en San Francisco. Como cuenta la propia paciente, la combinación de la novedosa intervención con el autocuidado y la psicoterapia se revela particularmente efectiva para una drástica mejora de su dolencia.


El dispositivo de la UCSF proporciona un alivio inmediato y a largo plazo de los síntomas del paciente


Médicos del Centro Médico de la Universidad de California en San Francisco (UCSF Health) han tratado con éxito a una paciente con depresión grave, interviniendo en el circuito cerebral específico implicado en los patrones cerebrales depresivos y restableciendo su actividad neuronal mediante el equivalente a un marcapasos para el cerebro.


El estudio, que aparece en el número del 4 de octubre de 2021 de Nature Medicine, representa un éxito histórico en el esfuerzo realizado durante años para aplicar los avances de la neurociencia al tratamiento de los trastornos psiquiátricos.


"Este estudio señala el camino hacia un nuevo paradigma que se necesita desesperadamente en psiquiatría", dijo Andrew Krystal, Doctor en Filosofía, profesor de psiquiatría y miembro del Instituto Weill de Neurociencias de la UCSF. "Hemos desarrollado un enfoque de medicina de precisión que ha controlado con éxito una depresión resistente al tratamiento de la paciente, identificando y modulando los circuitos de su cerebro asociados de forma exclusiva con sus síntomas."


Ensayos clínicos anteriores habían demostrado un éxito limitado en el tratamiento de la depresión mediante la estimulación cerebral profunda (ECP) tradicional, en parte porque la mayoría de los dispositivos sólo pueden suministrar una estimulación eléctrica constante en una única zona del cerebro. El problema que se presenta en este asunto es que la depresión puede afectar a distintas zonas del cerebro en diferentes personas.


Lo que hizo que esta prueba tuviera éxito fue el descubrimiento de un biomarcador neuronal (un patrón específico de actividad cerebral que indica la aparición de los síntomas), así como la capacidad del equipo investigador para adaptar a la paciente concreta un nuevo dispositivo de ECP para que sólo respondiera cuando reconociera ese patrón. El dispositivo estimula entonces una zona diferente del circuito cerebral, generando una terapia inmediata y a la carta que es única tanto para el cerebro de la paciente como para el circuito neuronal que causa su enfermedad.


Este enfoque personalizado alivió los síntomas de depresión de la paciente casi inmediatamente, dijo el doctor Krystal, en contraste con el retraso de cuatro a ocho semanas de los modelos de tratamiento estándar, y ha perdurado los 15 meses que ha tenido el dispositivo implantado. Para los pacientes con depresión de larga duración y resistente al tratamiento, este nuevo resultado podría ser revolucionario.


"Había tocado fondo", explicaba Sarah, la paciente, que pidió ser identificada únicamente por su nombre de pila. "Estaba muy deprimida. No podía verme a mí misma continuando así si esto era todo lo que podría hacer, si nunca pudiera ir más allá de esto. No era una vida que mereciera la pena vivir".


Aplicar los avances probados de la neurociencia a la salud mental


El camino hacia este proyecto en la UCSF comenzó con un importante trabajo colaborativo patrocinado en el marco de la iniciativa BRAIN (Brain Research through Advancing Innovative Neurotechnologies) presentada por el Presidente Obama en 2014.

A través de esa iniciativa, el neurocirujano de la UCSF Edward Chang, Doctor en Medicina, y sus colegas llevaron a cabo estudios para entender la depresión y la ansiedad en pacientes sometidos a tratamiento quirúrgico para la epilepsia, para quienes los trastornos del estado de ánimo también son comunes. El equipo de investigación descubrió patrones de actividad eléctrica cerebral que se correlacionaban con los estados de ánimo e identificó nuevas regiones cerebrales que podrían estimularse para aliviar el estado de ánimo deprimido.


Con los resultados de la investigación anterior como guía, Chang, Krystal y la primera firmante del estudio, la doctora Katherine Scangos, todos ellos miembros del Instituto Weill, desarrollaron una estrategia basada en dos pasos que nunca se había utilizado en la investigación psiquiátrica: mapear el circuito de depresión de un paciente y caracterizar su biomarcador neuronal.


"Este nuevo estudio reúne casi todos los hallazgos fundamentales de nuestras investigaciones anteriores en un nuevo tratamiento completo destinado a aliviar la depresión", dijo Chang, titular de la Cátedra Joan y Sanford Weill de Cirugía Neurológica, que es coautor principal con Krystal del estudio.


El equipo evaluó el nuevo enfoque en junio de 2020 mediante una autorización excepcional de investigación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA), cuando Chang implantó un dispositivo de neuroestimulación sensible que había utilizado con éxito en el tratamiento de la epilepsia.


"Pudimos administrar este tratamiento personalizado a una paciente con depresión y comprobamos que alivió sus síntomas", dijo Scangos. "No habíamos podido hacer este tipo de terapia personalizada anteriormente en psiquiatría.”


Para personalizar la terapia, Chang colocó uno de los cables de electrodos del dispositivo en la zona del cerebro donde el equipo había encontrado el biomarcador y el otro cable en la región del circuito de la depresión de Sarah donde la estimulación aliviaba mejor sus síntomas de desánimo. El primer electrodo controlaba constantemente la actividad; cuando detectaba el biomarcador, el dispositivo enviaba una señal al otro electrodo para que suministrara una pequeña dosis de electricidad (1mA) durante 6 segundos, lo que provocaba un cambio en la actividad neuronal.


"La eficacia de esta terapia demostró que no sólo identificamos el circuito cerebral y el biomarcador correctos, sino que fuimos capaces de reproducirlo en una fase totalmente diferente y posterior del ensayo, utilizando el dispositivo implantado", dijo Scangos. "Este éxito es en sí mismo un avance increíble en nuestro conocimiento de la función cerebral que subyace a la enfermedad mental."


"En los primeros meses, la disminución de la depresión fue muy brusca, y no estaba segura de que fuera a durar", comentó Sarah. "Pero se ha mantenido. Y me he dado cuenta de que el dispositivo realmente aumenta la efectividad de la terapia y del autocuidado que he aprendido mientras era paciente en la UCSF."


El efecto ha proporcionado a Sarah una diferente una perspectiva sobre los desencadenantes emocionales y los pensamientos irracionales con los que solía obsesionarse. "Ahora", dijo, "esos pensamientos siguen apareciendo, pero simplemente... puf... el ciclo se detiene".


Aún queda mucho camino por delante


Sin embargo, aunque el enfoque parece prometedor, el equipo investigador advierte de que se trata sólo del primer paciente del primer ensayo.


"Todavía queda mucho trabajo por hacer", afirma Scangos, que ha inscrito ya a otros dos nuevos pacientes en el ensayo y espera añadir nueve más. "Tenemos que ver cómo varían estos circuitos entre los diferentes pacientes y repetir este trabajo varias veces. Y tenemos que ver si el biomarcador o el circuito cerebral de un individuo cambia con el tiempo a medida que el tratamiento continúa."


La aprobación de este tratamiento por parte de la FDA aún está lejos, pero el estudio apunta a nuevas vías para tratar la depresión grave. Krystal afirmó que la comprensión de los circuitos cerebrales que subyacen a la depresión probablemente oriente futuros tratamientos no invasivos que puedan modular esos circuitos.


Añadió Scangos: "La idea de que podemos tratar los síntomas en el momento, a medida que surgen, es una forma totalmente nueva de abordar los casos de depresión más difíciles de tratar."

Entre los coautores del estudio se encuentran Ankit Khambhati, Patrick Daly, Ghassan Makhoul, Leo Sugrue, Hashem Zamanian, Tony Liu, Vikram Rao, Kristin Sellers, Heather Dawes y Philip Starr, todos ellos de la UCSF. El trabajo fue apoyado por los Institutos Nacionales de Salud (K23NS110962), el Fondo de la Familia Ray y Dagmar Dolby y otras entidades filantrópicas. (Robin Marks, en www.ucsf.edu/news, 4-10-2021. Traducción de A. Sánchez.)



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