Hoy presentamos en el Blog una reciente publicación de la Colección Estudios de la Sociedad Española de Neuropsiquiatría, el libro Arte, clínica e historia. Perspectivas desde la salud mental. La obra recopila la mayoría de los trabajos presentados en el marco de las XII Jornadas de la Sección de Historia de la AEN celebradas en Valencia en mayo de 2022. Con ella se ha pretendido realizar una contribución a la comprensión de los quehaceres psiquiátricos del ayer y del ahora.
Con la cuidada edición de Ana Conseglieri, Ruth Candela y Óscar Martínez Azumendi, el libro presenta la historia de la locura como una materia dinámica, en constante proceso de transformación, que se ha nutrido desde sus orígenes de numerosas disciplinas como, evidentemente, la medicina, psicología y la historia, pero también la filosofía, la sociología, la antropología, la pedagogía, la religión o las artes. Los diferentes autores se mueven entre la arquitectura, el cine, la pintura y la literatura para mostrar y comparar como era el ejercicio del cuidado de la salud mental ayer y hoy, construyendo un relato tan heterogéneo como bien trabado.
En resumen, con esta ecléctica obra se intenta acoger y contribuir a una historiografía crítica construida a partir de diferentes relatos escritos y orales: experiencias de internamiento, vivencias sintomáticas, exclusión y opresión, testimonios científicos de los procesos clínicos y asistenciales, pero también a partir de expresiones no orales ni escritas, igualmente relevantes y reveladoras para sus protagonistas y sus receptores como el Art Brut, las construcciones arquitectónicas en todas sus versiones, la literatura o el cine. Es por ello que la metáfora de la Stultifera Navis (Sebastian Brant, 1494) fue utilizada para dar nombre a la exposición «la Nave de los locos» que tuvo lugar en el Centre Cultural La Nau de Valencia con Cándido Polo y Ana Hernández como comisarios. Se trataba de plasmar cómo el arte, la clínica y la historia se entrelazan para aportar nuevos matices a la historia de la asistencia psiquiátrica y a la subjetividad humana.
Los capítulos del libro recorren los procesos de institucionalización psiquiátrica desde los orígenes de la clínica en las primeras décadas del siglo XIX y primera mitad del siglo XX.
Así, se ahonda en el desarrollo de esta disciplina a propósito de las características de la asistencia prestada en los departamentos de orates del Hospital de la Santa Creu (Tanit Castells) y de la posterior construcción del Manicomio de Santa Creu como una institución modelo (Josep M. Comelles y Josep Barceló-Prats) en la Cataluña decimonónica, el acercamiento médico profesional al suicidio durante la posguerra española (Joaquín Gil Badenes y Enric Novella) o los intentos de profesionalización de la atención médica y pedagógica de la «infancia anormal» de la psiquiatra Jesusa Pertejo en la ciudad de Valencia en los años sesenta (Julia Álvarez-Arenas y Ana Conseglieri).
También tienen cabida análisis centrados en las estrategias terapéuticas que la recién nacida ciencia psiquiátrica fue desarrollando a lo largo del siglo XX, y que tuvieron un claro papel legitimador de una disciplina que buscaba consolidarse en un paradigma cada vez más somaticista, positivista y anatomopatológico.
Estas sencillas pero contundentes palabras fueron utilizadas por el historiador de la medicina Roy Porter para poner el foco de análisis en unas fuentes, hasta el momento poco exploradas: las de las propias personas diagnosticadas. Las experiencias y testimonios biográficos son la base del análisis historiográfico en algunos capítulos como el de Ruth Candela y Olga Villasante, el de Javier Balaguer a partir de las experiencias de los sometidos a tratamientos de choque y el de Miriam Baquero, Ana Conseglieri y Rafael Huertas. Este último, de hecho, va más allá del uso de los escritos literarios de su protagonista, la escritora suiza Annemarie Schwarzenbach, para hacer un análisis de la intersección resultante entre diferentes ejes de disidencia –política, de género y psiquiátrica–.
Con otra perspectiva bien diferente, incluso antagónica, pero también tomando como fuente principal los testimonios, esta vez orales, de los psiquiatras que la protagonizaron, Andrés Porcel Torrens y Margarita Medina Garibo analizan las experiencias de la aún reciente reforma psiquiátrica de las últimas décadas del siglo XX.
A pesar de la diferencia cronológica de todos estos testimonios, adentrarse en los mismos permite entrever los distintos diálogos y voces cruzadas que han ido componiendo la organización y los espacios de negociación, resistencia, cuidados y asistencia psiquiátricos.
Baquero Leyva, Conseglieri y Huertas señalan como los escritos y narraciones de las personas diagnosticadas, pueden suponer una suerte de «ruido de su protesta» tal y como ha señalado la filósofa y feminista Judith Butler. Una protesta que a la vez reclama justicia y sirve de autorrepresentación para aquellas personas que se encuentran en los márgenes del sistema establecido. No cabe duda de que todos los seres humanos necesitan transitar por una vida, siguiendo a Butler, «vivible» de la que se sientan parte y pertenecientes. Desde ese punto de vista cabrían diferentes vías para negociar y buscar la autorrepresentación además de los mencionados escritos.
Psiquiatría y arte viajan de la mano gracias a la impregnación social y cultural de los discursos médicos, cuestión que queda de manifiesto, también, en el trabajo de Marcos Bonet sobre la influencia de la hipnosis en el cine.
Así se aprecia la señalada convivencia por parte de los profesionales de una clínica de la escucha de la subjetividad del paciente con una clínica de la mirada que intentaba escudriñar y desentrañar el complejo entramado psicopatológico añadiendo a la tradicional historia clínica otros modos de observación con el objetivo de asistir y cuidar y, complementariamente, dar legitimidad a una disciplina necesitada aún de numerosos anclajes científicos y sociales. Aunque aparentemente contradictoria, la atención prestada a esta subjetividad del paciente ha convivido con los distintos ejes de poder, opresión y violencia bien descritos por Michael Foucault, tejidos entre los diferentes dispositivos, estamentos, regulaciones y prácticas médicas, sociales, administrativas y judiciales.
Esta violencia institucional se desprende de gran parte de los textos de esta obra y aterriza de lleno en el trabajo de Elena Martínez-Millana sobre la arquitectura del aislamiento a propósito de tres prisiones panópticas construidas en los Países Bajos a finales del siglo XIX.
Enlace a la obra: https://aen.es/wp-content/uploads/2023/12/2023-Arte-cl%C3%ADnica-e-historia.-Jornadas-Historia-AEN-Valencia-2022.pdf
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⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️
Apasionante, pero para leerlo con tiempo y tranquilidad
❤️❤️❤️
Completamente de acuerdo con arterritorynet
La obra es interesante, pero tiene un defecto fundamental: no distingue entre arte e historia del arte. Para entendernos: Leonardo o Miguel Ángel hicieron en su momento arte, pero cuando hoy contemplamos sus obras no estamos viendo arte, sino historia del arte. Porque el contexto histórico es determinante y el arte, o es rigurosamente contemporáneo, o no es arte sino historia del arte. Ojo, que exactamente lo mismo ocurre con las ciencias de la salud. Cuando leemos una historia clínica de un médico del s. XVI no asistimos a la práctica de ciencias y técnicas medicoquirúrgicas, sino a un momento determinado de la historia de la medicina, cuando todavía no era ciencia, sino saber. Obviamente, nadie aceptaría ser atendido en…