La gran exigencia y presión social a la que están sometidas las mujeres que son madres a día de hoy aumenta las probabilidades de sufrir problemas de salud mental, sobre todo trastornos de ansiedad y depresión en el posparto.
La presión que reciben las mujeres madres viene desde diferentes puntos. Por un lado surge la urgencia de estar nuevamente activas a nivel social, seguir frecuentando lugares y personas como hacían antes de tener una criatura recién nacida. Obviando el desgaste físico y emocional que supone cuidar de un bebé, la falta de sueño y descanso, el desbarajuste horario del día a día, que se amolda a las necesidades del recién nacido y un largo etcétera.
Por otro lado, a nivel laboral, la presión se vuelve palpable, es más dura y real, ya que no hay una legislación que proteja verdaderamente a las mujeres puérperas. Aunque se han hecho avances en los últimos años, como por ejemplo, igualar la baja de maternidad y paternidad a 16 semanas, considerar, en mi opinión, que a los 4 meses de vida un bebé está listo para separarse de su madre, indica el nivel de ignorancia en cuanto las necesidades biológicas y emocionales de ambos.
Si tenemos en cuenta que la mayoría de las mujeres un mes antes de dar a luz ya optan por hacer uso de la baja, (ya que no se encuentran en condiciones de seguir trabajando), el resultado es que esa baja después del nacimiento se reduce a los tres meses.
El Gobierno ha comunicado la intención de incorporar novedades en las prestaciones de maternidad y paternidad en consonancia con el proyecto de Ley de Familias que pretende. De forma resumida, los dos cambios destacados planteados en esta reforma son:
En primer lugar, la extensión de 16 a 20 semanas en los permisos de maternidad y paternidad. Por otro lado, se plantea que al menos la mitad del permiso parental por hijo de 8 semanas y durante los primeros 8 años de vida, sea retribuido (al menos, 4 de esas 8 semanas). Hasta ahora, los padres podían optar a estas ocho semanas de permiso parental, pero sin recibir remuneración alguna. En línea con los compromisos adquiridos con Europa, se espera que la ley esté en vigor antes del 1 de agosto.
En mi opinión y en mi experiencia, sigue siendo un periodo demasiado corto e insuficiente. Se hacen avances a nivel legislativo, pero muy despacio.
Aproximadamente alrededor de los tres meses tras el parto, la mujer empieza a anticipar la separación de su bebé, lo vive como algo inevitable (a no ser que cuente con una fórmula alternativa a la misma) y en la gran mayoría de casos como una situación angustiosa que les causa gran dolor. Esto puede provocar una importante crisis emocional, evidenciada durante la práctica clínica.
Normalmente es durante la gestación de la criatura cuando se planifica el posparto y comienza a tomar forma la conciliación de su yo-madre con su yo-proveedor económico. Sin embargo, en muchas ocasiones las propias circunstancias pueden modificar el plan de la madre en cuanto a la incorporación laboral, así como, su deseo. A veces se ven inundadas por la necesidad de permanecer unidas a sus bebés y no habían previsto que se sentirían tan dependientes de sus criaturas.
A su vez, puede acontecer de manera contraria, decidiendo la madre incorporarse al trabajo antes de lo previsto por cambiar de parecer, sentir liberación y bienestar con la idea de ter tiempo para ellas, relacionarse con otros adultos y volver a sus intereses profesionales.
La presión social también es palpable en cuanto a lo que se espera a nivel físico de la mujer recién convertida en madre. La inundación de mensajes que reciben las puérperas relacionadas con la necesidad de volver cuanto antes a cuerpo pregestacional es incalculable. Frases del tipo “Parece que no has parido“ resulta que se ven como algo positivo, restando importancia a la experiencia vital vivida, como si el objetivo fuera volver a tu figura original cuanto antes y el proceso de embarazo con todos sus cambios físicos nunca hubiera ocurrido.
La realidad es que el cuerpo trabaja de forma progresiva para recuperar su estado anterior; es un proceso que lleva su tiempo y es relevante que suceda pausadamente. Desde el contexto social muchas veces se presiona a que se recuperen cuanto antes, afectando negativamente a la conexión con el proceso natural que está viviendo.
La falsa realidad que en muchas ocasiones se muestra en las redes sociales, genera unas expectativas en la mujer que pueden causar una gran frustración al no verlas cumplidas. Los problemas emocionales que esto provoca en las mujeres puérperas son evidentes en muchos casos, viendo su autoestima gravemente afectada.
Se ha observado que cuando la mujer decide por un posparto más tranquilo, mamífero y protegido de la mirada y juicio externo, la influencia de estas variables que afectan de manera negativa a su estado emocional disminuye significativamente. Pero la realidad es que a día de hoy esto resulta tremendamente complicado llevarlo a acabo.
Por otro lado, cabe mencionar otro tipo de presión a las que las mujeres deben hacer frente, el concepto de “buena madre”. Si la creencia social de lo que esto significa es distinta a lo que la mujer puérpera siente en su interior, su autoestima materna puede verse afectada e influir en su estado de ánimo en general, siendo susceptible de sufrir posibles patologías posparto.
Además, cuando la realidad se impone, y las mujeres convertidas en madres se ven desbordadas por sentimientos ambivalentes de amor y rechazo hacia sus criaturas, cuando los días se hacen tan largos y a la vez tan cortos que no queda espacio para la propia existencia, las madres se encuentran con la difícil tarea de convivir con esta paradoja entre quienes “han de ser” y quienes son en realidad en su nueva faceta.
Ser una buena madre es obviamente un concepto subjetivo y que ha ido evolucionando y cambiando con los años. Para algunas mujeres, es practicar el colecho con sus criaturas, para otras amamantar, para otras criar con apego… Son indicadores personales que nos marcamos para saber si lo “lo estamos habiendo bien”.
Para otras sin embargo, volver cuanto antes a su estado anterior puede ser significativo de que fomentan la autonomía de sus bebés y eso es lo correcto para ellas. Aunque lo más fisiológico es lo primero, ha de ser respetada la opinión de cada madre y en cualquier caso optar por el acompañamiento y la información más que por la presión y el juicio.
Desde la perspectiva de la psicología perinatal, lo mejor para la salud mental y física de la madre y del bebé es que permanezcan lo más cerca posible, desde el mismo momento de su nacimiento.
Cuando madre y bebé permanecen juntos, la producción de oxitocina aumenta, es esta una hormona muy importante que actúa en el parto y en el posparto. Se la conoce como la hormona del amor, aunque cuando hablamos de oxitocina siempre pensamos en el momento del dar a luz y en su función para aumentar las contracciones uterinas, sobre todo administrada a través de un gotero. Pero la oxitocina es mucho más. Se produce en el sistema nervioso central, en una zona llamada hipotálamo. Más tarde viaja hasta otra zona del cerebro, la hipófisis, donde se acumula y se libera cuando es necesario, como por ejemplo en la lactancia materna o para crear el vínculo con nuestro hijo recién nacido.
Esto hace que la madre sienta la urgencia de satisfacer las necesidades del bebé física y emocionalmente, lo que garantiza la supervivencia del recién nacido y por consiguiente, de la especie.
Sin embargo, en muchas ocasiones, socialmente esto es considerado como una exageración y se juzga a las madres como obsesivas, exageradas y centradas demasiado en sus criaturas.
Es muy común que las mujeres madres tengan que escuchar de su propio entorno frases del tipo “Lo vas a acostumbrar a los brazos”; “Si no duerme solo en su cuna lo convertirás en un niño dependiente”; “Déjalo que llore, que tiene que aprender a calmarse solo” y así un largo etcétera.
Todas estas variables mencionadas en el texto pueden afectar de manera negativa a la salud mental de la mujer y la hacen más propicia a desarrollar ciertos trastornos psicológicos.
Como sociedad es importante ensalzar el papel que ocupa la maternidad, crear políticas responsables que realmente ayuden a las mujeres en esta etapa y sobre todo, dejar maternar en libertad.
Si estas embarazada o ya eres mamá y al leer este artículo te sientes reflejada en alguno/s de los aspectos mencionados, no dudes en ponerte en contacto con nosotras. Desde el Centro de Psicología Aplicada Maribel Gámez estaremos encantadas de ayudarte para que puedas vivir esta etapa de la mejor manera posible, sintiéndote acompañada y escuchada en todo momento. Mi recomendación para todas las mamás y futuras mamás es “No dejes para mañana lo que puedas sanar hoy”, ya que en la etapa perinatal, cuidarse vale por dos.
Obra de referencia:
Esther Ramírez Matos. Psicología del posparto. Editorial Síntesis, S.A.
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Ufff, aquí hay bastantes comentarios un poco raros. No me cuadran. Dicen que son madres, pero lo dudo. Además, nunca las he visto por el blog, que casi siempre somos los mismos.
Como siempre Tamara, tus articulos estan llenos de empatia y acertividad, canalizas muy bien el dia a dia de las madres de esta nueva era.Felicidades
Tal cual..... Esa es la realidad que vivimos las madres. Gracias que tenemos buenos profesionales que publican este tipo de artículos s para poner voz a lo que pasa en nuestra sociedad.
Pocas veces durante mi primera maternidad escuché un como estás? Que necesitas? Tranquila que lo estás haciendo bien decidas lo que decidas en cuanto a apego, crianza lactancia... Como dice el artículo, respeta lo que esa madre ha decidido, sea lo que sea, te parezca mejor o peor. Yo misma he criticado cosas de las que me arrepiento tras ser madre. Tras años de terapia intento que no me afecte, pero aún así es muy difícil obviar lo que tu gente cercana te dice, aunque lo hagan por bien. Por mucho que tu pareja "ayude", la carga mental y física está en la mujer, y esa salud física y mental de una embarazada y/o madre es la que hay que…
Un artículo muy bueno que refleja la realidad de muchas madres. Yo misma tuve una depresión postparto severa de la que pude salir por ir a terapia perinatal. El padre de mi hija ahora que estamos separados ejerce verdaderamente de padre, pero mientras estuvimos juntos nunca me sentí tan sola y abandonada. Ahora gracias a haberme divorciado y la terapia soy feliz y el padre se ha dado cuenta de lo que implica cuidar a un hijo ya que tenemos la custodia compartida. Si no es tu caso y tu pareja ejerce la paternidad siendo consciente de que también es su deber enhorabuena, pero no todos son así y no todas las mujeres viven las mismas situaciones. Tu realidad no…