Cómo saber si tu hijo necesita ayuda tras una separación de pareja
- Maribel Gámez

- 22 nov
- 6 Min. de lectura

La realidad de la separación
La separación o el divorcio es una realidad presente en las familias. En España en 2023, según datos recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE, 2023a), se registraron 80.065 disoluciones matrimoniales, de las cuales 76.685 fueron divorcios y 3.380 separaciones. Esto supone una tasa de 1,7 disoluciones por cada 1.000 habitantes, un 5% menos que el año anterior.
Por otro lado, en el mismo año se celebraron 172.430 matrimonios, lo que equivale a una tasa de 3,5 uniones por cada 1.000 habitantes (INE, 2023b). Esta relación muestra que, aunque la mayoría de las parejas continúan optando por formalizar su compromiso, las rupturas siguen siendo una parte significativa del panorama familiar actual. Además, el Registro del Notariado informa que en 2023 los notarios autorizaron 36.307 acuerdos relativos a uniones de hecho. Finalmente, destacar que no existen estadísticas que recojan las uniones libres en convivencia que parejas decidan emprender sin ningún tipo de comunicación oficial, que sin duda también existen.

Estas cifras reflejan una sociedad en constante cambio, en duelo por lo perdido y en búsqueda de oportunidades familiares nuevas. Pero no olvidemos que detrás de cada estadística hay personas que viven un proceso emocionalmente complejo. La separación o el divorcio pueden generar tristeza, incertidumbre y cambios profundos; pero no solo en los adultos, sino también en los hijos, en los que se centrará este artículo.
Lo más relevante, en lo que hay que fijarse para concluir esta situación de ruptura familiar con éxito, no son los mitos o ideas preconcebidas sobre las consecuencias de la ruptura en sí misma que van circulando por ahí como, por ejemplo, la idea de que los niños de padres separados desarrollaran un trauma emocional, sino en la realidad. Es decir, la manera, acertada o no, en que los padres gestionan el conflicto y se comunican con sus hijos puede llevar a escenarios negativos para ellos o a simplemente a un período de adaptación del que salen con éxito. Los estudios coinciden en que los niños suelen adaptarse bien cuando los adultos colaboran, se respetan y los protegen de los enfrentamientos.

En cambio, cuando el conflicto se mantiene o los pequeños se ven atrapados en medio, pueden aparecer señales de malestar que requieren atención. Tras comunicar la separación a los hijos y hacerla efectiva, la vida continúa y todos deben adaptarse a la nueva situación.
Señales de alarma en los hijos de padres separados
Tras las separaciones existen diversos indicadores en el comportamiento de los niños que pueden alertar sobre la necesidad de buscar ayuda profesional. Entre ellos, destacan los cambios emocionales intensos o prolongados, las regresiones conductuales, las alteraciones del sueño o de la alimentación, las dificultades escolares o los problemas en la relación con los padres.
Cambios emocionales
Cuando hablamos de los cambios emocionales que deben alertarnos nos referimos a que algunos niños manifiestan una tristeza profunda, lloran con frecuencia o expresan una sensación constante de soledad.

Estos comportamientos hay que distinguirlos de la esperable tristeza de una situación, la separación familiar, que ellos no han buscado ni muchas veces querido, pero que aparece puntualmente entre los períodos de juego, descanso y risas. Pero no todo lo que expresan tiene por qué ser tristeza; otros niños pueden mostrar ansiedad o un miedo excesivo a separarse de uno de los progenitores. Un miedo lógico que surge cuando se les acerca a la realidad de que los adultos pueden distanciarse del niño desarrollando este un temor a su desaparición. El miedo a la desaparición de las figuras de apego debe durar poco e el niño sino deberá considerado una señal de alarma, un síntomas al que atender por un profesional.
Que manifiesten enfado, irritabilidad o conductas agresivas mantenidas en el tiempo nos dice que hay emociones que no están sabiendo gestionar. Por último, si los niños tienen una edad aproximada de entre 5 a 10 años les puede rondar un sentimiento de culpa al creer, por el pensamiento egocéntrico que les caracteriza, que lo que ha ocurrido es responsabilidad suya. Si dice frecuentemente frases como “es por mi culpa que se separaron”, o incluso comentarios preocupantes sobre no querer vivir o hacerse daño, es hora de buscar ayuda profesional.

Regresiones
Otra señal importante de alerta vista en los niños de padres separados son las regresiones o la vuelta a conductas infantiles. Con regresiones nos referimos a comportamientos evolutivos ya superados y que vuelven a aparecer en el día a día del niño llamando mucho la atención de su entorno. Un ejemplo de este tipo de conductas es, por ejemplo, que el niño vuelva a hacerse pis en la cama, se chupe el dedo o demande constantemente atención y contacto físico. Algunos pueden mostrar miedo a dormir solos y quieren que se deje una luz que les tranquilice, o no quieren quedarse con uno de los progenitores. Si estas conductas persisten más allá de unas semanas o interfieren en su vida cotidiana, conviene consultar con un especialista en psicología del niño y del adolescente.
Alteraciones en el sueño y la comida
Como nos pasa a los adultos, las preocupaciones pueden modificar en los niños la manera de comer y dormir. Algunos niños tienen dificultad para conciliar el sueño porque no paran de pensar en aquello que les preocupa. Otros, durante el descanso, sufren pesadillas que les aterrorizan; también es posible que se despierten con frecuencia durante la noche.

En otras ocasiones se despiertan muy pronto y no saben qué hacer con ese tiempo extra metiéndose en la cama del padre que en ese momento esté a su cargo.
Si estos cambios se mantienen durante más de dos o tres meses, es recomendable realizar una valoración emocional más profunda.
Dificultades de relación con los padres
Si existían problemas con uno de los progenitores antes de la separación se acentuarán en los procesos de separación y es posible que el niño tienda a preferir estar con uno de ellos. Normalmente con el que se siente más protegido, seguro o que comprenda mejor la situación emocional por la que está atravesando.
Algunos niños muestran rechazo persistente hacia uno de los padres, algo que debe ser investigado para conocer los motivos de la evitación constante hacia una de las figuras más importantes de su vida.

Mientras, otros niños tras, la ruptura de pareja experimentan ansiedad o malestar intenso al cambiar de casa, quejándose de la falta de necesidad de tener que moverse de domicilio todas las semanas, algo que se podría evitar si los padres siguieran juntos, según ellos mismos expresan. A veces, intentan mediar o consolar a un progenitor triste o enfadado, asumiendo el papel de “mensajero”, “protector” o “mediador” entre ambos. Este rol, aunque bienintencionado, implica una carga emocional que no les corresponde y que puede afectar su bienestar.
Qué pueden hacer los padres
Ante la separación, los padres pueden adoptar diversas estrategias para proteger el equilibrio emocional de sus hijos y evitar que aparezcan estos comportamientos que indican alto sufrimiento. Es fundamental mantener rutinas estables y coherentes entre ambos hogares, evitando en lo posible los cambios bruscos. También es esencial no discutir ni hablar mal del otro progenitor delante de los niños, ya que esto genera confusión y sentimientos de lealtad dividida.

Para saber qué tres situaciones, si se dan, generan problemas psicológicos en los hijos, pincha en este enlace.
Resulta esencial validar las emociones de los hijos, haciéndoles saber que es normal sentirse tristes, enfadados o confundidos. Reforzar la seguridad afectiva también es clave: los niños necesitan escuchar que ambos padres los seguirán queriendo, independientemente de la situación. Si el malestar no mejora en un plazo de dos o tres meses, es recomendable buscar orientación profesional para prevenir que las dificultades se cronifiquen. Muchas veces el papel del psicólogo es esencial en este tipo de procesos, tal y como explico en este artículo del Blog del Colegio de la Psicología de Madrid, ganador de un premio a la divulgación sobre este tema.
Conclusiones
La separación de los padres no tiene por qué dejar una huella negativa permanente. Los hijos pueden adaptarse de forma saludable si se sienten queridos, escuchados y protegidos del conflicto. Pedir ayuda profesional no significa que la familia haya fracasado, sino que está actuando de manera responsable y comprometida con el bienestar emocional de sus hijos.

Especial atención hay que prestar a señales enumeradas aquí y que los niños presentan durante el período de separación. Si son, como hemos visto, intensas y duraderas, necesitaran ser evaluados por un profesional de la salud mental.
Referencias
Instituto Nacional de Estadística. (2023a). Estadística de Nulidades, Separaciones y Divorcios (ENSD) 2023. https://www.ine.es/dyngs/Prensa/ENSD2023.htm
Instituto Nacional de Estadística. (2023b). Estadística de Matrimonios 2023. https://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736176999&idp=1254735573002&menu=ultiDatos
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Tras una separación de pareja todos necesitamos ayuda, no sé si todos profesional, pero ayuda sí.
El problema que hay en los casos que conozco de separación conflictiva es precisamente la utilización de los niños por parte de uno o ambos progenitores para perjudicar al otro, a menudo con una dosis desmedida de odio. Y aunque sea políticamente incorrecto decirlño, me temos que una considerable mayoría de las utilizaciones viene por parte de las madres.
Es para pensarlo, desde luego. Recogemos la idea. Gracias!
En mi opinión, una ruptura es un proceso de duelo tanto para progenitores como para hijos. Considero, que los menores son los más damnificados, ya que se encuentran en situación de vulnerabilidad e incertidumbre ante los cambios. Por otra parte, me gustaría destacar la importancia de evitar hablar negativamente del otro progenitor en presencia del menor para no dañar su figura como referente. Desde mi punto de vista, acudir a terapia es una opción recomendable para facilitar la comunicación y por ende, establecer acuerdos por el beneficio del niño. Enhorabuena por el artículo,Maribel!
Yo también creo que a mis padrs les hubiera venido bien un poco de ayuda...