Son las 12 de la mañana de uno de los últimos días de mayo. Un ciudadano libre y autónomo (aunque cada vez menos libre y, por tanto, menos autónomo) se acerca al Registro de los Juzgados de Plaza de Castilla, en Madrid, para presentar un escrito. Los profesionales del derecho utilizan una aplicación llamada LexNET para presentar los suyos telemáticamente, pero los no profesionales han de hacerlo presencialmente, en soporte papel. El ciudadano reflexiona que esta diferencia tiene sentido, pues muy posiblemente los escritos realizados por no profesionales contengan algún error de presentación que seguramente puede ser rápida y eficazmente subsanado in situ por los amables funcionarios que se hagan cargo de los mismos.
El ciudadano deposita en el mostrador de la ventanilla de Registro el escrito, acompañado de otros documentos de carácter probatorio, orientado hacia el interior para facilitar la lectura del mismo por parte de la funcionaria que le atiende, al mismo tiempo que dice:
-Está dirigido al Juzgado de QWERT y POIUY nº XY.
-Escríbalo al principio de la hoja en mayúsculas- Indica la funcionaria, de unos treinta y pocos años.
-Ya está puesto. Es una instancia tradicional, del tipo “Fulano de Tal, mayor de edad, con DNI/NIF…, domiciliado en …, se dirige al Juzgado de Qwert y Poiuy nº xy y DICE…” -Además, al final del escrito también está puesto en mayúsculas, como se acostumbra.
-Bueno, pero escríbalo al principio de todos modos –Insiste la funcionaria. –En mayúsculas.
El ciudadano se encoge mentalmente de hombros, toma la hoja, escribe en la cabecera con grandes mayúsculas el texto requerido y la entrega a la funcionaria, que se hace cargo del legajo. En ese momento el ciudadano saca la copia del escrito para que se la selle. La funcionaria la toma, la sella sin echar un vistazo ni al original ni a la copia y se la devuelve al ciudadano, que abandona el Registro sin dejar de asombrarse por la experiencia vivida.
“¿Qué pasaría si en lugar de la copia presento para que me sellen una notificación diciendo que hago entrega de un grabado único de Durero valorado en un millón de euros? A ver cómo aparece luego el grabado cuando lo reclame…” Nuevo encogimiento mental de hombros: “¡Cómo se está deteriorando el procedimiento administrativo! Ni siquiera leerse una simple hoja… No cuesta tanto trabajo.”
Por la mente del ciudadano aparece el recuerdo de una lectura relativamente reciente que hace referencia a algunas investigaciones que parecen poner de manifiesto un cierto deterioro de la inteligencia media de la población en algunos de los países más avanzados, concretamente en Estados Unidos y Noruega. Se promete echar un vistazo al tema al llegar a casa.
Sin duda, una de las pocas ventajas laborales de los profesionales autónomos que viven de la escritura o el diseño, por ejemplo, es la de trabajar en zapatillas una buena parte de su, por otra parte, muy amplia jornada. Así que, tras ponerse las zapatillas y sentarse en el sillón del despacho, mientras arranca el ordenador, el ciudadano enciende una pipa que aspira voluptuosamente. Tabaco de Virginia para pipa macerado en ciruela de una vieja marca inglesa, traído con regularidad expresamente de Hunters & Frankau, en Piccadilly, por algunos amigos que valoran todavía el sabor (y el olor) de lo auténtico.
Una búsqueda rápida en Google da pronto el resultado apetecido e incluso algo más. Efectivamente, el recuerdo no tan vago incluía el nombre del periódico donde había muy posiblemente leído la noticia: El Español.
Y, efectivamente, ahí estaba el artículo: La inteligencia humana toca techo: el cociente intelectual no progresa más (e incluso desciende), con el subtítulo Dos estudios recientes confirman que el efecto Flynn, el aumento del CI de generación en generación, se ha paralizado.
A continuación aparecen otros resultados muy prometedores que el explorará después con tranquilidad. Porque lo primero es localizar los estudios originales citados en el artículo para leerlos con detenimiento. Y enterarse a fondo de qué diablos es el efecto Flynn.
Esto último lo explica con detalle el primero de los estudios citados, Looking for Flynn effects in a recent online U.S. adult sample: Examining shifts within the SAPA Project, cuyos autores son Elizabeth M. Dworak, William Revelle y David M. Condon, publicado en el número de mayo-junio de 2023 de “Intelligence” y que traducido macarrónicamente viene a ser algo así como En busca del efecto Flynn en una reciente muestra de adultos de EE.UU. obtenida en línea: examen de los cambios dentro del Proyecto SAPA. Más intriga: ¿qué será el Proyecto SAPA?
Interrogado Google al respecto, responde raudo: son las siglas correspondientes al Synthetic Aperture Personality Assessment Project, Proyecto de Evaluación de la Personalidad de Apertura Sintética, sea lo que sea eso.
Y eso resulta ser un procedimiento reconocido estadísticamente para investigar online las formas en las que la personalidad afecta a las habilidades que son necesarias poner en marcha a la hora de realizar las pruebas de inteligencia. La idea es buscar la respuesta al posible descenso del CI en un mal aprendizaje de estas habilidades en el entorno escolar.
“Bueno, nos vamos enterando”, piensa el ciudadano. “Pero, a todo esto, no nos olvidemos del famoso efecto Flynn…”
James Robert Flynn (1934-2020) fue un filósofo investigador de la inteligencia neozenlandés de origen estadounidense que documentó a lo largo de buena parte del s. XX el aumento sustancial y sostenido de las puntuaciones de las pruebas de inteligencia, tanto fluida (sin intervención cultural) como cristalizada (con intervención cultural), medidas en la población de diferentes países del mundo. Flynn puso de manifiesto un incremento de entre 3 y 5 puntos de CI (cociente intelectual) por década desde que se iniciaron las mediciones a gran escala, en 1932, hasta 1984, cuando publica por primera vez los resultados de sus investigaciones. Este resultado se amplió en sucesivas publicaciones de 1987 y 2007.
“¡Vaya!”, piensa el ciudadano. “Esto es lo que intuitivamente creemos muchos: que la inteligencia, a lo largo de sucesivas generaciones, ha ido incrementándose de manera natural. Lo que sí parece sorprendente es la rapidez con que lo hace. ¡Cuatro puntos de CI por década de media! Esto haría que en un siglo la inteligencia media de la población se incrementara un 40%. ¿No es demasiado? Pero sigamos leyendo Looking for Flynn effects in a recent online U.S. adult sample… ahora sobre las inteligencias fluida y cristalizada.”
La inteligencia fluida o razonamiento abstracto a menudo se describe como la capacidad de un individuo para razonar de manera abstracta y resolver problemas. En promedio, la capacidad de fluidez alcanza su punto máximo en la edad adulta a los 25 años y disminuye constantemente. En comparación, la inteligencia cristalizada se entiende como el conocimiento que se acumula y se aprende con el tiempo. Normalmente, la inteligencia cristalizada aumenta, en promedio, hasta los 60 años y luego decae.
Si bien es atractivo pensar que el coeficiente intelectual humano podría ser mayor con cada generación, ya en 2007 Flynn admitió que estas ganancias no durarían para siempre y que las diferencias en las puntuaciones tampoco reflejaban necesariamente una mayor capacidad mental de las cohortes más jóvenes. Y ese mismo año Elbert W. Russell publicó The Flynn Effect Revisited, donde estima que el efecto Flynn de las puntuaciones de CI de escala completa podría estar ya estabilizándose desde 2004.
Sin embargo, otras investigaciones más recientes han puesto de manifiesto que quizá no sólo se haya estancado el progresivo incremento de la inteligencia, al menos tal y como se la está midiendo actualmente, sino que pudiera incluso encontrarse en regresión, en un proceso opuesto al anterior conocido como Efecto Flynn inverso. ¿Podría estar ya ocurriendo en otros países, además de en EE.UU.? Y, sobre todo, ¿qué factores demográficos y ambientales están contribuyendo a estos procesos? Porque, teniendo en cuenta la escala temporal en la que nos estamos moviendo, de décadas, podemos descartar tranquilamente el componente genético: no ha transcurrido tiempo suficiente para reflejar cambios genéticos.
El ciudadano libre y autónomo (aunque cada vez menos libre y, por tanto, menos autónomo) se echa para atrás en el sillón y deja de mirar la pantalla en la que ha fijado su atención durante las últimas horas. Se despereza y piensa en que la hora de comer se ha sobrepasado sin darse cuenta. “Habrá que dejar el asunto del incremento, estancamiento o regresión de la inteligencia para más adelante. Asunto que, hay que reconocerlo, ¡está apasionante! Así que seguiré con ello después…”
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Buffff, que mal rollo...
Aquí es de aplicación parafrasear lo de "Segundas partes nunca dan noticias buenas".
Bueno, bueno, esperando la segunda parte. No creo que sean buenas noticias
🤐🤐🤐
⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️