¿PROBLEMAS PARA ENCONTRAR PAREJA?
- Maribel Gámez
- 15 mar
- 11 Min. de lectura

Apego e infancia
Puede parecer que me voy muy atrás en el tiempo para explicar los motivos por los cuales es difícil encontrar pareja. Pero es el proceso en el que se establece la primera relación afectiva el momento clave que condiciona cómo se desarrollará el vínculo con los demás en la edad adulta. Y, ¿qué es la pareja sino una relación afectiva? Del conocimiento de lo que se aprende en ese vínculo especial que es el apego se podrá entender mejor porque unas personas son capaces, con más facilidad que otras, de encontrar pareja.
El apego es una construcción afectiva relacional. Y utilizo el verbo construir porque el apego es un asunto que tiene que ver con que dos pongan de su parte, como en las parejas. Por un lado, el que llega al mundo, el bebé, nace con un equipamiento biológico destinado a comunicarse con los demás. Es capaz de imitar los movimientos de la madre o cuidador principal. Reacciona sonriendo ante la sonrisa del otro, como un espejo. Su reflejo innato prensor le ayuda a “colgarse” literalmente del cuerpo de quien le coge. Por otro lado, la madre genera oxitocina al contacto con su hijo.

Es importante saber que se ha comparado la oxitocina con la heroína en su capacidad adictiva para entender sus efectos. Esta hormona, llamada del amor, genera un intenso placer al contacto entre madre e hijo, que también la segrega. Obedeciendo pautas evolutivas que buscan la supervivencia, la intensa emoción de bienestar que se crea entre ambos pide que se repita el contacto. Esto es así debido a que cuanto más juntos estén madre e hijo en sus primeros años, más posibilidades tiene el pequeño de sobrevivir.
Dependiendo de la calidad de esta interacción se desarrollará un tipo de apego u otro. Si unos padres son capaces de calmar, con buenas estrategias, el malestar del hijo en la gran mayoría de las ocasiones en las que sufre, el bebé experimenta que el mundo donde ha nacido es un lugar donde sus problemas son atendidos y resueltos. Es decir, habrá establecido un apego seguro. Si esto no es así, si no es bien atendido la mayoría de las veces o incluso los cuidadores generan un suplicio extra que se añade a los malestares normales de la vida de un bebé, aprenderá que el entorno donde crece es un lugar donde se experimenta mucho sufrimiento.

Así, los niños, resultado del tipo de interacción que desarrollen con sus cuidadores, pueden crecer con la idea de que el mundo es un lugar seguro o, por el contrario, hostil. Es decir, si los demás, su entorno, constituyen fuentes de gratificación o de dolor
Y ver el mundo de manera hostil u hospitalaria, ¿en qué influye a la hora de encontrar pareja?
Veamos. Si se crece con la idea de que los demás son interpretados como una fuente de estrés, ¿confiarías en ellos? ¿Te acercarías para que te dieran amor, tranquilidad o comprensión sabiendo que no la encontrarás? Pues probablemente, no. Los niños que han tenido que vivir con grandes dosis de sufrimiento por no haber sido bien atendidos o, incluso, por haber sido maltratados por sus padres, es más probable que cuando crezcan sean desconfiados.

¿Quién no lo sería? Su historia personal les dice que deben ser muy precavidos con la gente porque hace daño. Entonces, a raíz de esas vivencias, se convertirán en adolescentes y adultos más tímidos, retraídos, temerosos. Sin duda, estas características hacen más difícil encontrar pareja más adelante. Sin embargo, una forma de ser retraída o tímida no es resultado solo del apego, sino que también pueden darse otros factores como, por ejemplo, la forma de educar. Y un tipo de crianza que fomenta la timidez o el retraimiento son los padres sobreprotectores.
Esta forma de crianza se caracteriza por no permitir que el niño desarrolle su autonomía, que se ponga a prueba. Al limitar su desarrollo realizando los padres por ellos tareas que les permitirían crecer, convierten a los niños en personas innecesariamente dependientes de sus padres y les buscan para resolver sus problemas. Cuando no están presentes los padres los niños criados así son temerosos. Una forma de ser que no ayuda en la búsqueda sana de otras personas con la que compartir la vida.

Los aprendizajes en la edad infantil son muchos y no acaban ni con el apego ni en la crianza. Hay que tener en cuenta que todos los niños se fijan en sus padres como modelos de conducta. Es decir, de cómo comportarse y estar en el mundo. Por ejemplo, aprendemos lo que nos gusta de cómo son los demás o rechazamos su forma de ser al estar en contacto continuo con ellos. Por eso, no es nada extraño que busquemos en las parejas personalidades parecidas a los padres o a veces contrarias pero, en una dirección o en otra, indican el camino de nuestras preferencias.
Algunas personas, por ejemplo, aprenden a buscar tipos de pareja que se comportan de la misma forma que hicieron sus padres. Por ejemplo, buscan personas que se muestran distantes emocionalmente, que prestan poca atención al otro, potenciales parejas que viven centradas en sí mismas. Y cuando las encuentran, intentan convertirse en alguien especial para esas personas, deseando que dejen de ser poco comunicativas y se conviertan en una pareja cercana y cariñosa. Porque eso es algo que han deseado que sus padres hicieran con los niños que fueron.

Por último, de nuevo, los adultos son modelos de pareja a las que están expuestos los niños. ¿Los padres se abrazan? ¿Comparten lo que les pasa? ¿Cuál es su forma de gestionar los conflictos? De todo eso el niño aprende y puede aceptar como comportamientos “normales”, por ser cotidianos, formas de ser que no ayudan a encontrar pareja en el futuro.
En el caso de que los padres resuelvan los problemas de pareja dejando pasar el tiempo y volviendo a hablar entre ellos como si no hubiera pasado nada, es posible que el niño adopte este modelo de resolución de conflictos. No abordar los problemas dejando que se enquisten puede romper el acercamiento entre dos personas que se están conociendo obstaculizando así que la posibilidad de ser pareja se materialice. En definitiva, en la infancia se realizan una serie de aprendizajes que influyen directamente en la relación con los demás en la etapa adolescente y la vida adulta.

En resumen, se aprende una idea general del mundo como lugar acogedor u hostil, lo que hace que nos acerquemos o no a los demás; aprendemos a desear o rechazar aspectos de la forma del ser de los padres, según los modelos de hombre y mujer a los que el niño se ha visto expuesto; así, por último, también se pueden fijar comportamientos aprendidos de cómo funciona una pareja y que pueden ser problemáticos en esa búsqueda.
Adolescencia y primera juventud
En esta etapa de la vida, en la adolescencia, la biología es un motor que guía el comportamiento, gracias a la alta actividad hormonal. Los primeros cambios en un niño que, está dejando de serlo para dar paso a un adolescente, son visibles ya que el cuerpo le cambia. Aparecen los caracteres sexuales secundarios: crecen los pechos y las caderas en las mujeres. Los hombres se hacen más robustos y aumenta el tamaño de los genitales. Todo este proceso va encaminado a atraer la atención del otro para la procreación.

El eje cerebral hipotálamo-hipófisis-genitales genera hormonas que provocan que maduren los órganos sexuales en chicos y chicas y que surja el deseo de mantener relaciones sexuales. Este proceso es una suerte de coordinación biológica maravillosamente orquestada. Y es que quien diga que conocer las bases biológicas del amor hace que desaparezca su magia seguramente conoce poco lo fascinante que es el cuerpo humano y su complejidad.
Por ejemplo, el córtex orbitofrontal, que es un área especializada en el procesamiento emocional y la toma de decisiones situado en el lóbulo frontal del cerebro, se activa cuando algo placentero, como la persona a la que amamos, se visualiza, se toca o se huele. Lo conforman nada más y nada menos que 28 millones de neuronas interconectadas para conseguirlo. Los recuerdos agradables sobre alguien son accesibles gracias al hipocampo, estructurada situada en el lóbulo temporal. Y el neurotransmisor más numeroso involucrado en todo esto es la dopamina, diseminada por el cerebro mediante cuatro vías o autopistas principales.

Toda esta magia biológica precipita que los adolescentes puedan experimentar sus primeros acercamientos sexuales y emparejarse, si quieren, de una manera rápida.
Es cierto que las primeras experiencias íntimas se encuentran inevitablemente envueltas en un halo de novedad y excitación, pero también de inexperiencia y torpeza, así que no suelen ser muy gratificantes debido a la falta de práctica. La ausencia de experiencia puede paliarse con comunicación entre ambos actores que comparten la relación sexual. Pero el intercambio de hechos está de capa caída entre los jóvenes. No hay más que ver que la mitad de los adolescentes y jóvenes de 18 a 29 experimentan soledad no deseada. Es decir, que no son capaces de comunicarse efectivamente con las personas de su entorno.
El sexo, actividad que debería ser frecuente en jóvenes, cuando se logra tener, si no está impregnado de comunicación se convierte entonces en una actividad unilateral, menos satisfactoria, que disminuye la probabilidad de que la pareja sexual se convierta en una futura pareja.

El sexo es una experiencia humana muy rica, pero sobre todo el sexo es un acto comunicativo. No ayuda a conseguir esta comunicación el modelo de relación sexual que se vende desde la industria pornográfica y a la que están expuestos los jóvenes. El porno se ha vuelto de una unilateralidad insoportable. Ciertamente, el papel de ambos en estas piezas sexuales se caracteriza justamente por la falta de comunicación.
El hombre se yergue, es las películas X, como alguien que satisface de una manera peculiarmente egoísta sus deseos sexuales. Por ejemplo, pidiendo felaciones profundas que provocan arcadas en la mujer que lo practica o relaciones sexuales que culminan con el hombre masturbándose en presencia de su pareja sexual en vez de terminar el coito juntos. Dudo mucho que ni los hombres ni las mujeres disfruten con estas prácticas cuando están en compañía. Son modelos de absoluta falta de compenetración entre ambos que deberían buscar el juego y disfrute mutuo. No me extraña que muchos adolescentes eviten el sexo, si es eso con lo que se encuentran o creen que se encontrarán, ya que desemboca en relaciones desagradables a evitar.

Sin relaciones sexuales, o siendo estas insatisfactorias, la probabilidad de encontrar pareja disminuye. Mal asunto para quienes han vivido, además, un apego que les dificulta acercarse a los demás, ya que suma sus experiencias negativas infantiles a estas que se viven en la adolescencia.
Y luego está la cara oscura de la tecnología y los problemas que crea para encontrar pareja. ¿Cómo se relacionan los jóvenes ahora? Todos lo sabemos, a través de una pantalla. Creo que quedan muy pocas actividades humanas para las que no haya su correspondiente aplicación. Eso significa que ligar, hablar, o conocer el mundo de manera amplia se realiza a través de la tecnología. Mientras sea así, las habilidades que se ponen en marcha en la interacción cara a cara, como identificar emociones en el otro o superar situaciones tensas o conflictivas, no se entrenan. Esto provoca un aumento de los fracasos de los primeros encuentros afectivos entre dos personas. Por último, los datos de suicidio entre los jóvenes nos hablan de un problema serio.

De la elección del suicidio como forma extrema de resolver un malestar que no cesa y que sin duda tiene que ver, entre otros factores de los que hemos hablado en esta parte, con la falta de comunicación y los malos modelos de experiencias sexuales que ofrece la pornografía actual. Los jóvenes se sienten solos porque están solos comunicacionalmente.
En conclusión, las experiencias desagradables producto de la inocencia, pero no resueltas por la falta de comunicación; los modelos de conducta sexual aberrantes a las que están expuestos los jóvenes; y por último, la falta de habilidades sociales que deben aprenderse cara a cara, pueden aumentar la dificultad para encontrar una pareja, tanto en esta como en la siguiente etapa.
Madurez. Diferentes rupturas
Después de lo expuesto hasta ahora, queda claro que los humanos somos seres relacionales desde que nacemos y que, en cada etapa de la vida, tenemos experiencias junto a los demás que configuran la personalidad.

Dejada atrás la adolescencia y llegada la madurez, se debería tener a la espalda varias experiencias afectivas que culminaran en una serie de ideas sobre lo que encontrar pareja implica:
1.- Comunicar, comunicar, comunicar. Quiero hacer suficiente hincapié en este asunto, en la importancia de la comunicación entre las personas. La vida es comunicación, como decía; venimos al mundo equipados biológicamente para establecer una relación estrecha con el otro nada más nacer. Esto es así, porque somos los animales más dependientes, más vulnerables y con más capacidad de desarrollarse en su entorno que ningún otro tras su nacimiento. Estamos hechos para establecer relaciones con los que nos rodean. Y para que las relaciones funcionen hay que saber hablar y saber escuchar. Poseer la capacidad para transmitir ideas, sueños, conceptos, deseos, rechazos y recibir con atención los del otro. En definitiva, conocerse mutuamente.

Esto implica un ejercicio esforzado dirigido a comprender lo que el otro piensa, siente y hace teniendo en cuenta su propia historia personal, sus aprendizajes, lo que ha hecho que sea cómo es. Para que dos personas puedan tener una relación duradera y sana, (señalo lo de relación sana porque también existen relaciones duraderas y no sanas en las que las personas se dañan y se generan sentimientos de soledad) tienen que hablar mucho, todo el tiempo. Evitando dar por hecho que saben lo que el otro piensa, quiere o necesita. Y es importante comunicar sobre todos los temas vitales posibles: de sexo, de política, de los miedos, del futuro, del pasado, de la economía, de todo. Así se puede encontrar alguien con el que se quiera compartir la vida, el futuro al fin y al cabo. Aléjate de quien no comunique ni sea competente emocionalmente.
2.- Refuerzos mutuos. Una de las formas de conseguir una pareja duradera es que ambos, mientras se están conociendo, sean capaces de generar una relación llena de momentos placenteros, por un lado, y de apoyo en las situaciones difíciles, por otro. La pareja puede ser un núcleo de conductas de bienestar recíprocas. Desde los pequeños gestos, como ir a buscar al otro al trabajo cuando sale tarde o adelantarse al otro en pedir o hacer su comida favorita para disfrutar de un día sin preocupaciones juntos, hasta los grandes como, por ejemplo, ser el principal apoyo cuando los problemas laborales o de salud aparecen.

Dos personas que se están conociendo y no piensan de qué manera el uno y el otro pueden conseguir que la vida en común sea lo más deseable posible para ambos, corre el riesgo de que esa relación no funcione y no se forme finalmente una relación de pareja. Hay que saber que una relación de dos forma una unidad diferente a la individual en la que hay que estar atento a cuidar lo que el otro quiere, a hacerle feliz. Si cada uno solo cuida sus propios intereses y no privilegia el bienestar de su pareja, el vínculo se debilita. Y producto de esa falta de compromiso la relación posiblemente no pase de la fase de enamoramiento.
3.-Compartir proyectos e intereses. Me he encontrado en consulta a muchas personas que se quejan de que cuando están conociendo a alguien que puede ser su futura pareja esa persona solo quiere pasar momentos divertidos con ella y rechaza compartir los que no lo sean. Por ejemplo, sí que están dispuestos a ir al cine o a cenar, pero cuesta que puedan hacer piña en proyectos que no solo implican placer momentáneo. La queja de estas personas tiene fundamento, ya que poco se construye con alguien al que solo se ve para hacer planes de ocio. Las relaciones crecen si las adversidades son vividas y superadas por ambos mediante la comunicación.

Aunque convivir es una de las pruebas más claras en este sentido, hay otras que en los primeros momentos de la relación pueden servir para conocer al otro y estrechar lazos con él. Un viaje largo, escribir una novela juntos, compartir y defender unas ideas políticas, provoca que una gran parte de los intereses y conversaciones sobre lo que a la pareja le es importante se produzcan. Para conseguir una pareja hay que saber compartir experiencias de cualquier signo que la ponen a prueba, pero que unen mucho una vez superadas. No hay más que fijarse en algunas personas que tienen amigos de la infancia con los que han vivido muchas situaciones de diferente tipo. Vencidas adecuadamente, esa unión les hace indestructibles.
Básicamente, la clave de encontrar pareja tiene que ver con arriesgarse, acercarse a los demás, comunicar, pensar en el otro y comprometerse. No es nada fácil en un mundo donde estos valores están en decadencia pero hay que intentarlo. Pues con todo lo que te hemos contado echa un vistazo a ti y a tu entorno, mira en qué puedes mejorar en las siguientes relaciones y ve a por ello.
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A las hiperactivas como yo las parejas nos duran poco... no nos aguantan.
Hay un viejo dicho muy sabio: "Cuando la miseria entra por la puerta, el amor sale por la ventana." Hoy día mucha gente está en situación de miseria material y moral desde la adolescencia. No es de extrañar que las parejas no se formen y que si se forman no se consoliden. Y que las consolidadas dejen de estarlo. Es lo que hay y va a más.
Estoy de acuerdo mucho viene de cuando somos niños. Pero es verdad que hay comunicárse más y mejor. Como dices en este gran artículo es importante saber hablar y escuchar
Me ha gustado mucho. No pensé que esto venía de cuando somos niños ahora lo entiendo mejor!!!!
Lo mejor para encontrar pareja es mirar fijamente a las gente en lugares comunes, como cuando vas a hacer la compra o en la sala de espera del médico. Así se dan cuenta de que le interesas.