LOCALIZADO EL INTERRUPTOR DEL MIEDO
- Centro de Psicología Maribel Gámez
- 4 jun
- 3 Min. de lectura

“Los humanos nacemos con reacciones instintivas de miedo, como las respuestas a ruidos fuertes u objetos que se acercan rápidamente. Sin embargo, podemos contrarrestar estas respuestas instintivas mediante la experiencia, como cuando los niños aprenden a disfrutar de los fuegos artificiales en lugar de temer sus fuertes explosiones. Queríamos comprender los mecanismos cerebrales que subyacen a estas formas de aprendizaje.”
Son palabras de la doctora española Sara Mederos, del Hofer Sainsbury Wellcome Centre del Colegio Universitario de Londres, coautora principal de la investigación publicada en Science el pasado mes de febrero ‘Overwriting an instinct: Visual cortex instructs learning to suppress fear responses’ (‘Sobrescribir un instinto: el córtex visual instruye el aprendizaje para suprimir las respuestas de miedo’), junto con sus colegas del mismo centro de investigación Patty Blakely , Nicole Vissers, Claudia Clopath y Sonja B. Hofer.

Mediante un innovador enfoque experimental, el equipo estudió ratones expuestos a una sombra que se expandía desde arriba, imitando la aproximación de un depredador aéreo. Inicialmente, los ratones buscaron inmediatamente refugio al encontrarse con esta supuesta amenaza visual. Sin embargo, mediante exposiciones repetidas que no acarreaban ningún peligro real, los ratones aprendieron a mantener la calma en lugar de escapar, lo que proporcionó a los investigadores un modelo para estudiar la supresión de las respuestas de miedo.
Basándose en trabajos previos del Laboratorio Hofer, el equipo sabía que una zona del cerebro llamada núcleo geniculado ventrolateral (vLGN) podía suprimir las reacciones de miedo cuando estaba activa y era capaz de rastrear el conocimiento de experiencias previas de amenaza. El vLGN también recibe una fuerte información de las áreas visuales de la corteza cerebral, por lo que los investigadores decidieron explorar si esta vía neuronal desempeñaba un papel determinante en el aprendizaje a no temer una amenaza visual.

La investigación reveló dos componentes clave en este proceso: por una parte, regiones específicas de la corteza visual del cerebro resultaron esenciales para establecer el proceso de aprendizaje; por otra, es la estructura cerebral vLGN la que almacena estos recuerdos inducidos por el aprendizaje.
Por su parte, la neurocientífica alemana Sonja B. Hofer, coautora principal también, afirmó: “Nuestros resultados desafían las ideas tradicionales sobre el aprendizaje y la memoria. Si bien la corteza cerebral se ha considerado durante mucho tiempo el centro principal del cerebro para el aprendizaje, la memoria y la flexibilidad conductual, lo que hemos descubierto es que es el núcleo geniculado ventrolateral subcortical, y no la corteza visual, el que almacena estos recuerdos cruciales. Esta vía neuronal puede establecer un vínculo entre los procesos neocorticales cognitivos y las conductas mediadas por el tronco encefálico, lo que permite a los animales adaptar comportamientos instintivos.”

Las investigadoras pusieron de manifiesto los mecanismos celulares y moleculares que subyacen a este proceso. El aprendizaje se produce mediante una mayor actividad neuronal en neuronas vLGN específicas, desencadenada por la liberación de endocannabinoides, moléculas mensajeras internas del cerebro que regulan el estado de ánimo y la memoria. Esta liberación disminuye la entrada inhibitoria a las neuronas vLGN (células cerebrales), lo que resulta en una mayor actividad en esta área cerebral cuando se detecta el estímulo visual de amenaza; es esto lo que suprime las respuestas de miedo.
Las implicaciones de este descubrimiento se extienden más allá del laboratorio: “Nuestros hallazgos también podrían ayudar a comprender mejor qué falla en el cerebro humano cuando la regulación de la respuesta al miedo se ve afectada en afecciones como fobias, ansiedad y trastorno por estrés postraumático. Si bien las reacciones instintivas de miedo a los depredadores pueden ser menos relevantes para los humanos modernos, la vía cerebral que descubrimos también existe en los humanos”, explica Hofer.

"Esto podría abrir nuevas vías para el tratamiento de los trastornos del miedo al actuar sobre los circuitos vLGN o los sistemas endocannabinoides localizados", añade.
Obviamente, aún queda mucha investigación para disponer de una pastilla que actúe sobre el interruptor del miedo, pero el camino está claramente marcado y se recorrerá sin interrupciones.
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¡Qué buen artículo!
Una pregunta para el blog: las fobias, por ejemplo a los pájaros, tendrán mucho que ver con esto del miedo, ¿no?
Lo que saco en claro después de leer las numerosas noticias científicas sobre salud mental que publica el blog es los psicólogos van a tener que buscar una formación en biología y específicamente sobre el cuerpo humano mayor.
Muy interesante. Parece que la investigación relacionada con las ciencias de la salud marcha viento en popa. Todos nos beneficiaremos, antes o después.
Yo he tenido grandes ataques de pánico antes de salir a escena, en más de una ocasión han tenido que empujarme. Pero en cuanto salgo se acaban y puedo funcionar bien. Aunque conozco a unos cuantos que han tenido problemas que les ha costado la carrero.