¿CONOCES LOS DIFERENTES TIPOS DE PENSAMIENTO Y CÓMO TE INFLUYEN?
- Maribel Gámez
- hace 2 días
- 5 Min. de lectura

El pensamiento es una facultad muy valiosa
Es una ventaja evolutiva de un valor incalculable. Gracias al pensamiento somos capaces de imaginar proyectos increíbles que parecen inalcanzables, como viajar a la luna. Podemos aprender que existen peligros a evitar sin tener que enfrentarnos a ellos en la realidad, protegiéndonos del riesgo que eso conlleva. Sin él no seríamos la especie más evolucionada de la Tierra.
Esta voz interna tiene muchas funciones en nuestra vida pero la más importante es proporcionarnos información sobre el medio que nos rodea. Por eso nunca se calla. Ya sea en forma de imagen o de palabra, el pensamiento siempre está dispuesto a ofrecer datos del pasado, del presente o del futuro. Después relacionamos toda esa información de manera compleja para que nos sirva cuando la necesitemos. Un pensamiento puede quedar vinculado, por ejemplo, a cualquier estímulo que provenga de los sentidos.

Esta asociación explica por qué algunos sonidos traen recuerdos, es decir, pensamientos, que pueden conseguir que volvamos a nuestra niñez. Si escuchamos una alarma que indica el comienzo del recreo en algún colegio cercano, evocaremos algún momento especial del pasado asociado a ese sonido concreto.
Cuando algún olor exótico entra en los receptores olfativos podemos desear viajar a lugares lejanos y fantasear con cómo será el viaje. Los pensamientos no solo se vinculan con lo que los sentidos captan, sino además con otros pensamientos. Pensar sobre tener que superar un examen puede traer otro pensamiento sobre la proximidad del verano, que es tiempo de descanso. En conclusión, los seres humanos aprendemos asociando el pensamiento con todo aquello que nos impacta a través de los sentidos y, también, con experiencias privadas con las que solo nosotros tenemos contacto: otros pensamientos, emociones, sensaciones.

Sin embargo, esta ingente actividad constante no apareja solo ventajas. Y es que el pensamiento, si no se aprende a gestionar, puede crear problemas serios.
No todo lo que el pensamiento trae debe ser aceptado, escuchado, dado estatus de verosimilitud o atendido de alguna forma. Trastornos psicológicos como la ansiedad y la depresión tienen mucho que ver con esto que digo. En ambos la persona sufre pensamientos que le torturan y que le invaden sin saber qué hacer con ellos.
En la ansiedad abundan las ideas de incertidumbre y miedo sobre el futuro: “¿Y si monto en avión y se estrella?” o “Seguro que si hablo con ese grupo de personas me rechazarán”. Mientras, en los trastornos depresivos prevalecen pensamientos negativos sobre uno mismo: “No valgo para nada” o “No soy capaz de hacer nada bien.”
Una mala gestión del pensamiento puede traer problemas

Para las personas con ansiedad o con depresión sus pensamientos son incontrolables y, si no saben gestionarlos, les mantienen en una situación de sufrimiento intenso durante largos períodos de tiempo. Así que se puede decir que el pensamiento es una facultad que, dependiendo de cómo la manejemos, muestra dos caras: una valiosa y otra dañina. Que una esté más presente que otra depende del grado en que se comprenda su funcionamiento y se tengan recursos para su gestión.
Para evitar su peor versión es útil conocer los tipos de pensamiento más comunes, con el fin de identificarlos dentro de ese caos que suele ser el pensamiento. Es el primer paso para saber cómo gestionarlos con el fin de evitar que algunos de ellos se conviertan en un problema y sacar de los demás la máxima utilidad.
Existen muchos formas de ordenar los tipos de pensamientos, pero nosotros proponemos la siguiente clasificación que incluye cuatro clases; sin pretender que esta lista abarque todos los que hay, pero sí los más comunes.

Tipos de pensamiento
Pensamiento ansioso. Puede detectarse con facilidad porque las ideas que vienen a la cabeza no se desarrollan, solo toman la forma de mensajes que repiten miedos. Esos miedos no se resuelven pensando, no se hace frente a ellos. Hay que fijarse en que suelen ir acompañados de reacciones físicas como tensión muscular, inquietud, nerviosismo y provocar dificultades de concentración.
Ejemplos: “Mi pareja va a dejar de quererme porque me voy a quedar en paro”; “Si salgo a la calle me morderá un perro”; “Me noto la respiración acelerada, podría estar pasándome algo malo, podría estar muriéndome.”
¿Qué hacer con ellos? Lo primero: detectarlos, reconocer el tipo de pensamiento al que estamos expuestos y cómo reaccionamos a ellos. Después, entender que nos encontramos en una situación en la que estamos respondiendo con nerviosismo o incertidumbre, algo que involucra, como en todo tipo de pensamiento, reacción física y estrategias psicológicas.

Con esta clase de pensamiento podemos hacer dos cosas: la primera es desarrollar los miedos, es decir, pensar en qué pasará si ocurre lo que tememos y buscar soluciones si eso pasase. Otra opción, si se reconocen como pensamientos recurrentes e irracionales a los que ya hemos buscado solución en el pasado y, sin embargo, siguen viniendo en forma de pensamiento ansioso, lo mejor es centrar la atención en otros asuntos más interesantes.
Pensamiento de guía. Los pensamientos de este tipo suelen aparecer en forma de preguntas que al contestarlas nos dan una dirección sobre lo que hacer o sobre la resolución de un asunto concreto. Propensos a venir en momentos de cierta tranquilidad en los que se puede reflexionar sobre los problemas y vincular ideas con facilidad.
Ejemplos: “¿Qué tengo que hacer para sentirme mejor?”; “¿Cómo puedo conseguir nuevos amigos?”; “Voy a analizar lo que ha pasado”.

¿Qué hacer con ellos? Escucharlos y utilizar el razonamiento lógico para llegar a conclusiones. Este tipo de pensamiento es uno de los más potencialmente útiles para solucionar los problemas que se presenten.
Usar el pensamiento para conseguir formular buenas preguntas cuyas respuestas hagan que avancemos a la consecución de nuestros objetivos futuros.
Pensamiento negativo. Este tipo de pensamiento se caracteriza por presentar mensajes limitantes para la persona que los vive. Estos mensajes pueden tener que ver con uno mismo, con los demás, con el entorno y, también pueden incluir cualquier momento temporal: pasado, presente o futuro.
Ejemplos: “Todo me sale mal”; “No valgo para nada”; “Siempre lo fastidio todo”

¿Qué hacer con ellos? Detectarlos gracias a la forma en la que se presentan. Suelen contener palabras como “todo” o “nada”; “siempre” o “nunca” que no reflejan la complejidad de la experiencia personal humana, sino que la simplifican y la resumen en una dirección negativa.
Para combatirlos una buena idea es comenzar a definir bien cada frase. Por ejemplo “¿Qué significa que todo me sale mal?”, “¿No he tenido ningún éxito en la vida?” o “¿No tengo ninguna habilidad o cualidad que sea valiosa?” En cuanto se empieza a razonar sobre este tipo de pensamientos lo más probable es que enseguida se evidencie que el mensaje que transmiten no describe la realidad de la persona que los vive y deben ser ignorados.
Pensamientos de placer o evasión. Se detectan fácilmente porque suelen generar sensaciones agradables en el cuerpo. Pueden aparecer, como todos los demás pensamientos, en forma de imagen o palabra.

Ejemplos: imágenes que evocan momentos placenteros con otras personas. Pensar en contratar unas vacaciones largas y relajantes. Recrearnos en lo agradable que será la próxima comida.
¿Qué hacer con ellos? Si consideras que es el momento adecuado puedes mantenerlos en tu foco de atención y disfrutar de ellos. Si no lo es, posponer pensar en ellos en otro momento es lo mejor. Aunque son imprescindibles en toda vida que aspire a la felicidad, hay que saber también cuándo hacerles caso para evitar que desvíen la atención de momentos en los que hay que estar concentrado en otros asuntos importantes. Puedes usarlos en las situaciones de ansiedad para cambiar tu estado de ánimo.
En conclusión, si quieres usar el pensamiento en tu beneficio presta atención a lo que piensas y favorece el tipo de pensamiento que te sea más útil. Si tienes problemas para hacerlo ponte en contacto con nosotros. Tenemos respuestas para ti.

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Una pregunta, si no es abusar: ¿existe alguna correlación entre la capacidad de gestionar los pensamientos y el coeficiente intelectual?
Uf.el pensamiento es muy difícil de manejar. Yo sufro mucho con el. Gestionarlo difícil. Muchas gracias .Maribel un gran artículo nos ayudará mucho a algo tan complicado.
Muy didáctico.
A mi lo que me crispa son las musiquillas que se reproducen de manera involuntaria en el cerebro una y otra vez. Las frenas y sin darte cuenta, en un minuto se están reproduciendo otra vez. Es insufrible.
Gran artículo, con consejos muy adecuados. Controlar adecuadamente los pensamientos evita muchos problemas y proporciona grandes satisfacciones. Gracias.